Este artículo se publicó hace 16 años.
Los rehenes canjeables más antiguos cumplen once años en manos de las FARC
Los secuestrados con fines de canje que llevan más tiempo en poder de las FARC, dos cabos del Ejército, cumplieron hoy 11 años en manos de esa guerrilla, que no cede en su exigencia de intercambiarlos por rebeldes presos mediante un acuerdo humanitario con el Gobierno colombiano.
La fecha fue recordada de manera especial en Ospina y Sandoná, las poblaciones natales de José Libio Martínez y Pablo Emilio Moncayo, tomados como rehenes por rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en un cruento asalto a una base militar el 21 de diciembre de 1997.
En coincidencia con este aniversario, diez campesinos fueron secuestrados anoche por presuntos rebeldes de las FARC en una aldea del Meta (centro), informaron hoy portavoces policiales regionales.
"Les digo a las FARC que ya son 11 años (...), que devuelvan a mi hijo y a todos los secuestrados", clamó José Fidencio Martínez, padre de José Libio, de quien no se reciben pruebas de vida desde 2003, al igual que ocurre con Moncayo.
Ambos conformaban el pie de fuerza de 28 uniformados que estaban a cargo de la base militar de comunicaciones del cerro Patascoy, en los límites del departamento de Nariño con el del Putumayo, atacada hace 11 años por las FARC.
Los insurgentes mataron a diez militares y secuestraron a los otros 18, pero 16 de ellos fueron puestos en libertad a finales de junio de 2001, en una de las primeras experiencias de intercambio de rehenes por rebeldes presos.
Entonces las FARC canjearon por catorce guerrilleros enfermos en prisión a 226 uniformados de bajo rango que habían retenido en distintos lugares y fechas, y se quedaron únicamente con los que tenían grados de oficial y suboficial.
Quedan 26 militares que conforman junto a dos civiles el actual grupo de rehenes que la guerrilla busca intercambiar, dentro de un acuerdo humanitario, por medio centenar de rebeldes presos, tres de ellos en Estados Unidos.
De ese grupo hicieron parte hasta el 2 de julio último la colombo-francesa Íngrid Betancourt y tres estadounidenses, rescatados junto a once militares y policías en una operación del Ejército disfrazada de misión humanitaria.
"Abrigamos la esperanza de que un verdadero milagro pueda hacer que nuestros seres queridos vuelvan a la libertad", dijo el padre del cabo Moncayo, el profesor de secundaria Gustavo Moncayo.
Moncayo, que lleva colgada del cuello una cadena para simbolizar que está cautivo como su hijo, ha sido uno de los más fuertes defensores de la salida negociada al conflicto, para la que incluso se ha ofrecido en canje y que ha promovido en largas caminatas hasta Bogotá y Caracas, y en una gira por Europa.
"Hay que acabar con todo este dolor y sufrimiento, y un acuerdo humanitario sería dar un paso adelante", declaró Moncayo a medios de prensa en Pasto, la capital del departamento de Nariño.
Las FARC reafirmaron ayer su apuesta por el acuerdo humanitario en dos declaraciones divulgadas por sus mandos en la página del grupo rebelde en internet, restablecida tras estar fuera de la red durante más de seis meses.
En una de las notas, el mando central de la guerrilla expresa que sigue "explorando caminos, buscando fórmulas y trabajando derroteros" que lleven al acuerdo humanitario, "como paso inicial para arrancar con un proceso de diálogo que desemboque en la paz con justicia social".
Sin embargo, este acuerdo ha sido imposible hasta ahora por condiciones irrenunciables de las FARC, que exigen una zona neutral para el intercambio, y del Gobierno del presidente Álvaro Uribe, que no acepta desmilitarizar territorios ni el regreso de rebeldes presos a la lucha armada.
Por el contrario, Uribe ha dado preferencia a posibilidades como la deserción de los carceleros, con la oferta de cuantiosas recompensas, acogida en el exterior y libertad condicional.
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