Todos contentos. Repsol anunció ayer un acuerdo de intenciones para firmar con la estatal Pemex una alianza estratégica por un plazo inicial de diez años en las áreas de Exploración y Gas Natural Licuado (GNL) en América, y en Refino para América, España y Portugal. La mexicana, accionista de la española, se compromete a no pasar del 10% de Repsol (incluyendo las eventuales sindicaciones de acciones con otros socios) ni a quedarse por debajo del 5%.

En la práctica, el acuerdo permite a Pemex salvar la cara tras el fracaso de su alianza con Sacyr, y en especial, a su director general, Juan José Suárez Coppel, máximo artífice del pacto con la constructora, que el lunes comparece en el Congreso mexicano. Y Repsol, tras neutralizar a Sacyr (la petrolera compró el 10% que la constructora tuvo que entregar a los bancos para refinanciar su deuda), da carpetazo al amago de la mexicana de comprar más acciones para lograr un segundo consejero. Su único representante en el órgano de gestión de la española será Marco Antonio de la Peña, máximo responsable jurídico de Pemex. Ayer sustituyó a José Manuel Carrera Panizzo, nombrado en octubre.

Además, Repsol anunció ayer la reforma de su normativa de gobierno corporativo, que refuerza las mayorías necesarias, tanto en el consejo como en la junta de accionistas, para aprobar operaciones vinculantes especialmente relevantes entre la compañía y sus accionistas significativos o consejeros. La reforma implica la eliminación del límite de voto de un solo accionista (fijado en el 10%) en vigor por ley desde el año pasado para todas las cotizadas, aunque está recurrido ante el Supremo.