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La secta indonesia prohibida se niega a renunciar a sus ritos pese al riesgo de ataques

EFE

La secta musulmana cuya actividad pública prohibió esta semana el gobierno indonesio va a continuar cumpliendo con los ritos de su culto, según informó hoy un portavoz del colectivo, a pesar del riesgo a ser atacada por integristas.

Syamsir Ali aseguró en un encuentro con medios de comunicación que los miembros de la secta Ahmadiyah "no están preocupados" y que "van a seguir rezando" y "no van a detener el culto a Dios" a pesar de la medida del Ejecutivo.

No obstante, Ahmadiyah ha pedido a sus fieles que mantengan "un perfil bajo", para evitar problemas mayores.

Además, apuntó que los 200.000 fieles de esta secta en Indonesia, que ha sido calificada por las autoridades islámicas de "desviada" y "herética", en ningún momento fueron advertidos por el gobierno de la inminente prohibición de sus actividades y que se enteraron del decreto "por la prensa".

Mientras tanto, la policía ha intensificado la seguridad entorno a las propiedades de la secta Ahmadiyah, con el objetivo de evitar ataques de integristas islámicos, algo que ya ha sucedido con anterioridad.

Syamsir Ali denunció más de 70 casos de violencia contra miembros de Ahmadiyah, que incluyen agresiones a jóvenes y violaciones a mujeres.

Además, relató casos de amenazas de muerte telefónicas por parte de colectivos integristas islámicos y las penurias que sufren los desplazados de Ahmadiyah a causa de la violencia de origen religioso.

El Gobierno de Indonesia dictó este lunes un decreto por el que instaba a esta secta musulmana a "dejar de extender sus interpretaciones" y "detener sus actividades", alegando que sus creencias "se desvían de las enseñanzas mayoritarias del Islám".

La medida se sitúa a medio camino entre las demandas de los grupos islámicos integristas, que llevan semanas exigiendo la ilegalización completa de Ahmadiyah, y las posiciones de los colectivos locales e internacionales a favor de la libertad religiosa.

A este respecto, el profesor de Filosofía y jesuita alemán, Franz Magnis, destacó la ambigüedad del decreto, ya que no aclara hasta qué punto queda prohibida la actividad de la secta.

"La ambigüedad del decreto abre la puerta a diferentes interpretaciones y, quizá, a nuevos episodios de violencia", argumentó. "Si se sigue practicando en privado, ¿qué va a pasar?", se preguntó el sacerdote católico.

Desde su punto de vista, aunque "en general, la tolerancia religiosa es un hecho" en Indonesia, él percibe una "tendencia" de "creciente intolerancia".

Franz Magnis señaló que no corresponde a los miembros de otras confesiones definir si la secta prohibida es o no musulmana, al contar con enseñanzas que difieren de la ortodoxia islámica, pero aseveró que "ningún Estado tiene derecho a decir qué se debe creer o cómo debe ser practicado el culto".

"El Estado está transgrediendo sus límites", afirmó.

Además, Franz Magnis acusó al Gobierno de Indonesia de "no hacer nada" para impedir los ataques violentos de los grupos musulmanes extremistas.

Por su parte, Zuhairi Miswari, miembro de un colectivo de jóvenes intelectuales de la moderada Nahdlatul Ulama (NU), la mayor asociación musulmana de Indonesia con 40 millones de miembros, advirtió sobre el riesgo de "politización de la religión" tras esta decisión.

Además, el miembro del poderoso y conservador Consejo de Ulemas de Indonesia (MUI) Amidhan, calificó la medida del gobierno de "solución moderada" e instó a Ahmadiyah a volver "a la doctrina genuina" o "abandonar el Islám" totalmente.

La secta Ahmadiyah, se denomina musulmana, pero difiere del resto de familias del Islám en que considera a su fundador, Mirza Ghulam Ahmad, como el "último profeta", un título que el resto otorga en exclusiva a Mahoma.

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