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El Thyssen reinterpreta el último Miró, el más desconocido y "menospreciado"

EFE

El último Miró, el más desconocido y a menudo "menospreciado", en el que están ausentes sus populares constelaciones y estrellas, es el que ha querido reinterpretar y reivindicar el Museo Thyssen-Bornemisza con la exposición "Miró: Tierra, un recorrido inédito" por toda su obra.

La muestra, cuyo hilo conductor es un tema recurrente en su producción, la tierra, es la primera monográfica que se realiza sobre un material habitual en su obra y abarca toda la trayectoria artística del pintor, escultor, grabador y ceramista catalán desde 1918, año de su primera exposición individual, hasta su muerte en 1983.

Cerca de setenta obras, principalmente pinturas, pero también esculturas, dibujos, collages y cerámicas, procedentes de numerosos museos y colecciones de todo el mundo, han sido seleccionadas por el comisario de la exposición, Tomás Llorens, para presentar esta revisión del arte de Miró frente a las tradicionales muestras historiográficas centradas en su vinculación con el surrealismo.

Entre las obras presentes en la exposición destacan algunos préstamos excepcionales, como la pieza más destacada de Miró en los fondos del MOMA, "Paisaje catalán"; los dos del Guggenheim de Nueva York, "Tierra labrada" y "Paisaje", o las obras cedidas por el Georges Pompidou de París, "La Masovera" y "Pintura-Objeto", piezas apenas vistas en Madrid.

El conservador jefe del Thyssen, Guillermo Solana, aseguró que ésta es "la exposición del año" y precisó que "hay otro Miró alejado del Miró del universo", que ha sido frecuentemente "ignorado", un artista cuya obra hunde sus raíces en la tierra, en la vida rural del paisaje catalán, de dónde extrae criaturas que surgen del seno de la tierra.

La última etapa de su producción, según Solana, "no tiene nada que ver con el Miró banalizado por los logos de las cajas de ahorro, no responde al artista ligero o juguetón", sino que introduce nuevos elementos.

En su opinión, las salas que muestran esta parte de su obra producen un "impacto estremecedor" en el espectador, al lograr reproducir una atmósfera "terrorífica", y demuestran que el artista "supo permanecer en pie hasta el último momento".

La exposición, según Solana, "ha sobrevivido al boicot" de algunas empresas del transporte a causa de la huelga del sector y, en declaraciones a Efe, subrayó que algunas obras llegaron a estar dos días paralizadas en Toulouse (Francia) a consecuencia del paro, aunque subrayó que en ningún momento estuvieron en peligro.

Joan Punyet Miró, nieto del pintor, expresó su "profunda emoción" por el hecho de que la obra de su abuelo pueda ser vista a partir de mañana y hasta mediados de septiembre en el Thyssen gracias a la "perseverancia" de Tomás Llorens, que permitirá al gran público descubrir "un Miró profundamente desconocido".

Esta exposición -dijo- favorecerá la comprensión de la obra de su abuelo, a quien definió como una persona "totalmente inconformista, iconoclasta y transgresora".

Punyet Miró aseguró que sólo vivió con su abuelo los últimos cinco años de su vida y precisó que éste sólo le enseñó a "escuchar el silencio de la noche y observar el brillo de las estrellas", muestra -dijo- de que era un hombre que "vivió por y para la naturaleza".

Tomás Llorens recordó que en Madrid sólo ha habido una retrospectiva del artista que acogió el Museo Reina Sofía en 1993, y aunque precisó que la exposición del Thyssen tiene su origen en aquella, subrayó que la clave de ambas es distinta, porque mientras que en la primera el tema eran las constelaciones, en la que se inaugura hoy el tema central es la tierra.

Llorens expresó sus abiertas discrepancias con los críticos que centran la parte principal de la obra del artista en el Miró etéreo, y subrayó que, para él, esa parte es "un paréntesis" que se produce en un periodo "especialmente grave" de la historia universal y personal de Miró, al inicio de la Segunda Guerra Mundial.

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