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Trasplante renal de donante vivo EEUU favorece a pocos pacientes

Reuters

Los estadounidenses que reciben un riñón de undonante vivo que no es un familiar suelen ser personas blancas,con alto nivel educativo y que viven en vecindarios másadinerados, según un estudio que insta a un mayor alcance en lapromoción de la donación en vida.

Los investigadores, cuyos resultados aparecen en Journal ofUrology, dijeron que los hallazgos demuestran que las barreraseducativas y financieras dificultan el acceso de los pobres y de las minorías a la donación y recepción de un órgano.

"No estamos haciendo lo suficiente en este país para removerlos desincentivos de la donación en vida", dijo GabrielDanovitch, autor del estudio y director del programa detrasplante de riñón y páncreas de la University of California enLos Angeles (UCLA).

El riñón es uno de los pocos órganos que una persona puededonar en vida manteniendo una vida saludable, al conservar otro.

Desde 1990, los avances en la inmunosupresión han vueltocada vez más segura la recepción de un órgano de alguien conquien no estamos biológicamente relacionados. Las técnicas decirugía menos invasivas también facilitan la donación.

Pero mientras que los costos médicos para un donante vivosuelen ser cubiertos por el seguro de salud, hay otros gastosadicionales -como el viaje y el tiempo fuera del trabajo- queno.

Para ver quién era más propenso a donar, Danovitch y suscolegas observaron información sobre el total de 39.000trasplantes renales adultos realizados en Estados Unidos entre1997 y el 2007 que se produjeron con un donante vivo.

El equipo reunió información sobre educación, raza, tipo decobertura médica, código postal y si las personas eranparientes.

Danovitch y sus colegas hallaron que las donaciones de riñónde personas no parientes se volvieron más comunes, trepando del7 por ciento de los donantes vivos en 1997 al 26 por ciento enel 2006.

La amplia mayoría de los donantes sin vínculo familiartenían una relación emocional con el paciente, como ser amigos.En pocos casos, no obstante, los órganos provenían devoluntarios sin relación alguna.

Con todo, el equipo descubrió que tanto los donantes comolos receptores sin relación eran generalmente mayores y solíanvivir en vecindarios de mayores ingresos que los donantes yreceptores con relación, además de ser más propensos a tener untítulo universitario.

Los pacientes con mayor nivel socioeconómico eranprobablemente más propensos a tener acceso a posibles donantescon recursos y propósitos similares, escribieron los autores.

"No se trata de que (las personas de grupos socioeconómicosmás bajos) se preocupen menos por sus seres queridos, sino deque no pueden pagar el vuelo o el hotel ni perder su empleo",dijo Danovitch a Reuters Health.

Los donantes de riñón suelen tener que tomarse seis semanasfuera del trabajo luego del trasplante. Además, las barrerasinformativas explicarían por qué los receptores de órganos dedonantes no relacionados son más proclives a haber tenido mayoreducación.

Las diferencias culturales también serían un factorimportante, según los investigadores.

Amber Reeves-Daniel, directora médica de trasplante deórganos abdominales del Centro Médico Bautista de Wake Forest,dijo que ha visto a receptores de trasplantes afroamericanosrecibir casi siempre un riñón de donante vivo de un pariente.

"Creo que hay un sentimiento de cercanía en la estructurafamiliar afroamericana de 'vamos a hacer este trabajo'", dijoReeves-Daniel, que no participó del estudio. "Si eso nofunciona, entonces dicen 'solo recibiré un riñón de un donantefallecido'".

Pero el número de personas que espera un riñón de donantemuerto supera enormemente la disponibilidad. Según datosoficiales, 91.000 personas están esperando ese órgano en EstadosUnidos.

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