Este artículo se publicó hace 15 años.
El Tratado de Lisboa, sólo el primer escollo para Irlanda
El referéndum de Irlanda sobre el Tratado de Lisboa que reforma las instituciones de la Unión Europea es sólo la primera de las tres grandes amenazas que afronta el Gobierno de Dublín y sus esfuerzos por abordar la crisis financiera que ha debilitado la que una vez fue la economía de más rápido crecimiento en Europa.
Bruselas necesita la ratificación irlandesa del Tratado de Lisboa para que los Veintisiete desempeñen un papel más importante a escala mundial y evitar así una parálisis política. Pero el primer ministro irlandés, Brian Cowen, necesita el viernes un triunfo del "Sí" incluso más.
Los votantes irlandeses ya conmocionaron a la UE al rechazar el Tratado el año pasado. Un segundo rechazo podría echar por tierra la reputación del país y elevar a las nubes los costes por intereses, lo que podría hacer regresar los días oscuros vividos entre febrero y marzo, cuando los inversores temían que un colapso bancario forzara al FMI a rescatar a la economía que anteriormente se apodaba el "tigre celta".
Un 'No' podría hacer surgir falsas percepciones en los mercados financieros de que Irlanda es hostil a Europa e incluso a la moneda común.
"Si votáramos 'No' habría una enorme incertidumbre y la gente especularía inmediatamente con un tipo cambiario flotante y todas las analogías, como Islandia, se harían realidad muy rápido", dijo Noel O'Halloran, agente de inversión jefe de KBC Asset Management en Dublín.
"Creo que los mercados volverían a especular sobre una intervención del FMI para rescatar a Irlanda", dijo. "Sería un escenario en el que primero se dispararía y luego se harían las preguntas".
Irlanda está tomando prestado 400 millones de euros a la semana para financiar su gasto diario durante la recesión y el coste de su deuda podría dispararse.
Las últimas encuestas de opinión sugieren que una mayoría de votantes irlandeses ahora están a favor del Tratado de Lisboa, que pretende agilizar el sistema de toma de decisiones. Pero la votación podría estar ajustada debido al sentimiento antigubernamental y el deseo de penalizar a Cowen por su gestión de la crisis económica.
"Creo que es más probable un 'Sí' que un 'No'", dijo Richard Sinnott, un profesor de políticas del University College de Dublín. "(Pero) dudaría incluso de estar seguro porque existe una mayor volatilidad en los votantes en un referéndum que en unas elecciones normales", añadió. "Un último cambio en una dirección u otra no puede descartarse".
RIESGO DE LOS VERDES
Cowen solo llevaba cinco semanas como primer ministro cuando Irlanda rechazó por primera vez el Tratado de Lisboa en 2008. Un segundo fracaso le podría obligar a dimitir, pero no tendría que significar necesariamente el final de su coalición de gobierno de centroderecha
Otro gran riesgo para su Ejecutivo se producirá el 10 de octubre, cuando los miembros del partido más pequeño de la coalición, los Verdes, voten un programa revisado de gobierno y un plan de "bancos malos" de 54.000 millones de euros para resucitar el sistema financiero.
Los Verdes, de izquierdas, se marcharían del Gobierno si sus miembros rechazan cualquiera de esos dos asuntos. Eso obligaría a convocar elecciones anticipadas, lo que hundiría los planes de Dublín de sanear sus bancos de 77.000 millones de euros en préstamos de alto riesgo vinculados a activos inmobiliarios, lo que haría bajar mucho más sus bonos y acciones.
El principal partido de la oposición, el Fine Gael, que probablemente sería el encargado de liderar un nuevo gobierno, y quiere que los tenedores de bonos y accionistas asuman la carga de limpiar sus hojas de balance. Fine Gael está a favor de la nacionalización si eso no funciona.
Cowen ha ofrecido algunas concesiones a los Verdes para asegurar su apoyo la próxima semana, como la posibilidad de establecer un impuesto a las emisiones de dióxido de carbono en el presupuesto de diciembre, además de retoques legislativos para crear una Agencia de Gestión de Bienes Nacionales (NAMA) o un "banco malo" para disminuir el riesgo que soportan los contribuyentes.
Las concesiones no van todo lo lejos que podrían desear algunos verdes, pero los analistas creen que serán suficiente.
"Ellos (los miembros del grupo parlamentario verde) no quieren elecciones, por lo tanto quieren que el NAMA sea tan apetitoso como sea posible para partidarios y activistas", dijo Sinnott. "Mi opinión es que probablemente han hecho lo suficiente para asegurar que ese es el caso".
No obstante, si Lisboa es rechazado sería más fácil para algunos integrantes de los Verdes votar en contra de ambos planes.
Las normas del partido requieren una mayoría de dos tercios para su aprobación. Eso hará que la votación del 10 de octubre, en el que se prevé participen 700 activistas verdes, tenga incluso más suspense que el referéndum de Lisboa el 2 de octubre.
Si supera ambos retos, Cowen y su partido, Fianna Fail, obtendría un gran impulso, pero podría no durar mucho.
Otro presupuesto austero en diciembre ya ha planteado el fantasma de una huelga y podría llegar a colisionar con los Verdes y sus propios diputados. "En términos políticos, el presupuesto es el premio gordo", dijo Sinnott.
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