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Y después de Pellegrini, Raúl

JOSÉ MIGUÉLEZ

En la caza a Pellegirini, fue antes el club que el periodismo, antes el club que la grada. Al técnico ya sólo le queda el apoyo de Valdano, pero en realidad no contaba de salida con ningún respaldo más dentro de la casa. Antes de que la opinión pública se le lanzara al cuello, desde los despachos ya se cuestionaba su capacidad. Y se predisponía en su contra al periodismo de cámara.

El adiós del chileno es cuestión de tiempo, está sentenciado. Ya lo estaba. Es verdad que no cumple, que el Madrid sigue, tres meses después, sin alineación, sin estilo y, últimamente, sin resultados. Pero Manuel pisó el Bernabéu con el estigma de la desconfianza de sus jefes y fecha de caducidad. Tras la descomunal inversión del Madrid, estaba claro que Pellegrini no se iba a llevar elogios si la cosa funcionaba (¡con ese plantel, cualquiera!) y que cargaría con las culpas en el caso, como ocurre hoy, de que vinieran mal dadas. Y eso lo sabían los jugadores. Que los destinados a obedecer manejen esa información es una nefasta noticia.

Se comprobó el martes con la pataleta por la concentración impuesta por el técnico. Cargarle a Pellegrini el muerto de Alcorcón es injusto. Es sólo una excusa. El Madrid le buscaba sustituto antes. Y al sucesor le va a tocar cumplir con un encargo pendiente: sentar a Raúl, el otro gran señalado. Es el más digno, pero no es del gusto de los de arriba. Darle la titularidad le reportó algunos goles a Pellegrini, pero también que alguien con mucho mando le pusiera la cruz.

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