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El amanecer que deslumbró al mundo

Se cumplen 40 años de la misión del ‘Apolo 8’, la primera que llevó al hombre hasta la órbita lunar

JAUME ESTEVE

“La Tierra es la cuna de la humanidad. Pero la humanidad no puede permanecer en la cuna toda su vida”. Esta frase de Konstantin Tsiolkovsky, uno de los padres de la astronáutica, bien podría haber sido el lema de la tripulación del Apolo 8, la primera misión que viajó hasta la Luna y puso a tres seres humanos en la órbita del satélite.

Pero esta misión de la NASA, de la que estos días se cumplen 40 años, es más conocida por una imagen, la fotografía denominada por la NASA como AS08-14-2383, más conocida como Earthrise(Amanecer terrestre), que muestra la salida de la Tierra vista desde su satélite. Aunque aquel 24 de diciembre de 1968 los astronautas de la misión tomaron varias imágenes, Earthrise, la primera en color, se convirtió en un hito de la historia de la fotografía.

En 1968, a Estados Unidos se le acababa el tiempo para cumplir la promesa de Kennedy de poner a un norteamericano en la Luna y devolverle a casa antes de que acabara la década. El incendio del Apolo 1, que provocó la muerte de tres astronautas, y los retrasos en la producción de la nave encargada de descender a la superficie lunar se interponían en la fecha límite marcada por el fallecido presidente.

Golpe de efecto

Ante estas adversidades, en el verano de 1968 la NASA dio prioridad a la que debería ser la misión que precediera al primer alunizaje. La URSS mantenía su objetivo de pisar la Luna antes que los norteamericanos, aunque sus opciones cada vez eran más remotas.

Para dar un golpe de efecto casi definitivo, la agencia dio luz verde a una misión hasta el satélite para probar rutinas de vuelo, conocer de primera mano todos los inconvenientes que podrían surgir en futuras misiones y convencerse de que era posible hacer un viaje hasta el satélite de forma satisfactoria.

La misión, programada para la segunda mitad de diciembre, dio sus primeros pasos con normalidad. El gigantesco cohete Saturno V puso a la tripulación de camino a la Luna el 21 de diciembre. Tres días y 384.000 kilómetros más tarde, Frank Borman, Jim Novell y Bill Anders se convertían en los primeros humanos en orbitar nuestro satélite.

Historia de una foto

Después de completar la cuarta órbita a la Luna de las diez previstas, los tres tripulantes se encontraron ante un paisaje único. Desde el horizonte lunar, presenciaron el primer amanecer terrestre o, lo que es lo mismo, la salida de la Tierra desde la superficie lunar. Tanto Borman como Anders se lanzaron a por sus cámaras fotográficas para inmortalizar el momento. Fue el segundo el que, por una simple casualidad, pasó a la historia.

Frank Borman realizó la primera instantánea. Pero lo hizo con un carrete en blanco y negro y su resultado quedó eclipsado ante la que iba a tomar su compañero unos segundos más tarde.

Bill Anders, equipado con un carrete en color, fue el que inmortalizó la imagen de la Tierra en medio del vacío espacial. Para aumentar la fuerza de la captura, la NASA decidió mostrarla con una variación de 90 grados respecto al original. Así, la Tierra se alza sobre el horizonte lunar cuando en realidad apareció por uno de los costados.

No fue hasta finales de la década pasada cuando, gracias a los archivos de la misión y a las grabaciones, se averiguó qué astronauta tomó cada foto. Hasta entonces, los astronautas siempre habían bromeado sobre la autoría. Una broma a la que se sumó el propio Lovell, que nunca tuvo nada que ver.

Esta fotografía, tomada con una cámara Hasselblad, se ha convertido a lo largo de los años en un símbolo de las organizaciones ecologistas. Lo explica Francis French, autor de varios libros sobre la carrera espacial: “Ver la Tierra como un sitio pequeño, frágil y delicado hizo plantearse a mucha gente la importancia de protegerla”. Una protección que es más relevante “cuando se compara con el inhóspito paisaje lunar”, afirma French.

El escritor matiza la importancia del Apolo 8 en contraste con el que, siete meses más tarde, puso a Neil Armstrong en la superficie lunar. “En muchos sentidos, esta misión fue mucho más importante. Por primera vez, viajamos a otro mundo, vimos la cara oculta de la Luna y observamos nuestro planeta como un pequeño globo”, declara.

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