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La caza de las cometas del desierto

Un estudio detalla las enormes trampas para animales que construían los antiguos pastores del Sinaí

JAVIER YANES

Las extrañas líneas de piedras en los desiertos de Oriente Próximo podrían haber inspirado todo tipo de fantasías, pero los primeros pilotos que documentaron su observación desde el aire tuvieron la sensata intuición de que tenían algo que ver con el acorralamiento de animales. Las llamadas cometas del desierto, que se encuentran desde Egipto a Arabia Saudí, están formadas por dos hileras de rocalla que convergen en un extremo donde se abre un foso o un recinto amurallado.

Se atribuye a un aviador llamado Maitland la primera descripción científica de las estructuras en 1927. Tras otras comprobaciones y el estudio de los relatos de viajeros de los siglos XVII al XIX, se impuso la hipótesis de que eran trampas para cazar. Otra corriente sugería que se empleaban para concentrar a los rebaños ante eventuales peligros, pero tampoco faltaron explicaciones más exóticas que hablaban de líneas defensivas romanas, canalizaciones de agua o incluso lugares megalíticos de culto.

El arqueólogo Uzi Avner, de la Universidad Ben-Gurión de Israel, ha estudiado 16 cometas en los desiertos del Sinaí y el Negev. En su trabajo, publicado junto a tres colaboradores en la revista Journal of Arid Environments, Avner no duda de que se trata de trampas, contestando a las frecuentes objeciones de que los 60 centímetros de altura máxima de los muros eran suficientes para acorralar ganado doméstico, pero no para conducir gacelas o asnos salvajes hacia su muerte. El estudio recuerda que, en operaciones recientes de translocación o censo de gacelas copiando la técnica milenaria de las cometas, vallas metálicas de 2,5 metros de altura funcionaron peor que una simple cinta de plástico blanco colocada en el suelo, o un tubo de sólo 16 milímetros de grosor. 'A pesar de su evidente estrés, ninguna gacela trató de saltar los brazos de la cometa (...) Tienden a correr en paralelo a estos obstáculos en lugar de cruzarlos', escriben los autores.

Según explica Avner a Público, 'estos casos ilustran el íntimo conocimiento de la conducta animal que tenían los antiguos, y elimina argumentos publicados en el pasado de que los brazos de las cometas eran demasiado bajos'. Pero, ¿quiénes eran aquellos antiguos? Los investigadores han datado las trampas por radiocarbono y métodos de luminiscencia, situando la edad de las más viejas en torno a los 5.000 años. 'La identidad étnica de los pobladores sólo se puede deducir de los enterramientos. Hasta el 2.000 a. C., toda la población del desierto y de las tierras fértiles pertenecía a una sola raza, llamada protocananea', señala Avner.

Lo que se sabe casi con certeza es que, mientras en otras regiones las cometas se emplearon hasta entrado el siglo XX, las del Negev y el Sinaí fueron abandonadas a mediados del segundo milenio a. C. Según los autores, posiblemente para entonces los animales eran ya demasiado escasos por cambios en el clima y exceso de caza, pero 'hay que investigar más para contestar a esto', dice Avner.

El investigador revela que su próximo trabajo analiza tres cometas para cazar carnívoros en Kibbutz Samar, en el valle de la Aravá. Se construyeron en el desierto hace 8.000 años y, como las loberas ibéricas, servían para capturar a los depredadores que acechaban al ganado.

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