Este artículo se publicó hace 15 años.
"Internet nos rompe la concentración, y por eso la usamos"
El escritor Nicholas Carr compara el trabajo en la Red o 'cloud computing' con la aparición del suministro eléctrico, pero también alerta de los peligros de Internet
Blanca Salvatierra
Nicholas Carr representa el equilibrio entre los que alaban sin medida la denominada Web 2.0, aquella en la que predomina el contenido generado por los usuarios, y los que se resisten a estos cambios. El escritor, de 59 años, visitó la feria de tecnología SIMO Network para impartir una conferencia relacionada con su último libro, The big switch (El gran interruptor), donde compara las posibilidades del trabajo en la Red o cloud computing con la aparición del suministro eléctrico. Lo identifica con un sistema estándar en el que las compañías ya no necesitan sus propios generadores.
Usted afirma que Internet ha disminuido la capacidad de concentración del usuario. ¿Por qué?
Lo que está haciendo Internet es absorber a todo tipo de medios. Cuando el usuario navega está siendo bombardeado por pequeñas piezas de información, diferentes llamadas de atención y alertas que saltan automáticamente en su pantalla. Podemos considerar a Internet como un sistema que rompe constantemente la concentración y, de hecho, creo que ese es uno de los motivos por lo que lo usamos tanto. En el fondo, nos gusta ser interrumpidos. Seríamos bastante tontos si pensáramos que este nuevo entorno no afecta de una forma diferente al cerebro. No es lo mismo para éste concentrarse en una sola idea que estar alternando entre varios conceptos. Internet no sólo afecta a la forma de lectura sino también a cómo la asimilamos.
«Los sistemas de Google no contemplan la duda o la ambigüedad»¿Internet ha cambiado la forma de acceder a la información o es la gente la que ha cambiado sus prioridades?
En este caso yo creo que la tecnología nos está cambiando a nosotros, pero no lo está haciendo en contra de nuestros deseos. Es parte de la naturaleza del ser humano el querer acceder siempre a más información. No necesitamos saber lo que están haciendo nuestros amigos y familiares en cada momento. Sin embargo, como ahora es posible, queremos saberlo. En el fondo, Internet responde a una necesidad de las personas, y las compañías de la Red son muy buenas en captar esas nuevas necesidades.
En The amorality of Web 2.0 usted alerta sobre el amateurismo de la Red. ¿Cuál es el peligro de que todo el mundo escriba en su web aquello que desea?
Hay que reconocer las ventajas de la Web 2.0: ha permitido que las personas que antes no tenían una voz puedan expresar sus ideas e inquietudes. Lo peligroso es que nos acostumbramos a acceder a información de forma gratuita y realizada en su mayoría por aficionados. No se genera, por tanto, ese deseo de obtener una información más elaborada y profesional. Hay muchas cosas que los aficionados pueden hacer, pero también es necesaria la información respaldada por algo más grande que el propio individuo, temas complejos que requieren investigación. El problema es que Internet está llevando a las personas a pensar que todo es rápido, gratuito y sin valor.
Durante un tiempo, sus críticas a la Wikipedia fueron feroces. ¿Sigue pensando lo mismo?
Cuando yo escribí de Wikipedia era el año 2005 y entonces era muy mala. Ha mejorado muchísimo en estos años, aunque sigue sin tener un conocimiento que pudiéramos considerar perfecto. Muchos artículos en Wikipedia ahora son muy buenos. El peligro está en que la gente consulta algo y se queda ahí, no consulta otras fuentes. Si quieres conocer pinceladas rápidas sobre algún tema, esta enciclopedia es una fuente perfecta.
Pero los editores mejoran cada día los artículos...
Wikipedia se ha promocionado como un lugar de contenidos colaborativos, como algo democrático. Pero está mejorando gracias a eliminar ramificaciones de esa democracia. Es una meritocracia, donde los editores ostentan el poder. La imagen de una Wikipedia democrática va en contra de la calidad de los contenidos. Tiende a convertirse en un sistema de publicación convencional, donde unos escriben y otros editan.
Algunos defienden que la lectura en papel quedará reservada para los artículos o libros más profundos. ¿Cree que los ebooks sustituirán al papel?
No creo que el papel vaya a desaparecer. No hay que engañarse: la industria lleva años hablando del libro electrónico y el producto no acaba de despegar de forma definitiva. En este momento, los ebooks suponen una alternativa aceptable para algunas personas como complemento a la lectura tradicional. Sin embargo, su uso sí puede cambiar la forma en que se lee. Lo que habrá en el futuro es un modo diferente de leer en pantalla y en papel.
Usted critica a Google en su libro The big Switch. Sin embargo, los usuarios parecen muy felices con el poder creciente de esta compañía...
«Internet afecta no sólo a cómo leemos sino también a cómo asimilamos»Google ofrece muchas ventajas: ha simplificado tareas complicadas y ha supuesto un reto para compañías establecidas como Microsoft. Por otro lado, maneja mucha información en el mundo cultural y tiene acceso a la vez a los gustos y preferencias de sus usuarios. Pero recoge los datos desde un punto de vista matemático. La crítica es que no recogen conceptos como la ambigüedad o la duda. Tiene mucho poder pero su visión no refleja de forma certera las inquietudes intelectuales o culturales.
¿Le preocupa el crecimiento exponencial de las redes sociales?
La gente disfruta con las redes sociales. Mi miedo está más centrado en el modo en en el que el individuo se centra en las relaciones que establece. Las redes sociales son expertas en promover el uso de muchas pequeñas informaciones pero ninguna de ellas se explica en profundidad. La idea siempre es más, y más rápido. Contribuyen a las relaciones entre las personas, pero también colabora con esta, digamos, cultura de la distracción.
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