Este artículo se publicó hace 16 años.
"Los científicos nos hemos vuelto normales"
Codirector de los yacimientos de Atapuerca. Publica ‘Mi primer libro de la prehistoria’, un libro de iniciación sobre las primeras etapas de la evolución humana
Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954) confía en que los niños serán quienes salven la Tierra. Por eso ha escrito para ellos Mi primer libro de la Prehistoria (Espasa), una obra en la que exhibe la misma claridad de criterio con la que analiza el estado de la ciencia en España. El investigador, codirector de las excavaciones de Atapuerca, ha compatibilizado la publicación de artículos en revistas científicas de prestigio con la divulgación del estudio de la evolución humana al gran público.
¿Cómo surge la idea de hacer un libro ilustrado de la prehistoria?
Es un libro de iniciación en el mundo de la prehistoria, para niños o adolescentes principalmente, pero también para adultos que estén interesados en el tema. En España es difícil hacer libros ilustrados para niños, pero todo buen libro debe aspirar a estar bien ilustrado porque la imagen supone otro tipo de lenguaje. Y en el caso de los niños, es imprescindible.
En la obra se aprecia un mensaje a favor de la conservación de la naturaleza. ¿Con qué objetivo?
Siempre he sido un fanático de la naturaleza, la ecología y la conservación. El éxito de la prehistoria moderna es que ha sabido combinar la historia con la ecología. Eso le ha dado la visibilidad y la fuerza que tiene hoy. La naturaleza es lo que nos queda de ese periodo, lo más prehistórico que tenemos vivo; quien quiera pasar una experiencia prehistórica sólo tiene que salir al campo. Y está claro que la esperanza de conservación son los niños.
El cambio climático fue un factor evolutivo, ¿cómo lo ve ahora?
El problema con el calentamiento global no es el momento actual, sino la tendencia. Si nos quedáramos como estamos ahora no estaríamos en una situación crítica, pero si se sigue en esta línea vamos hacia el desastre. Lo que ocurre es que es difícil concienciar a la gente porque pasa como con el colesterol: no sabes que estás en unos niveles preocupantes hasta que te da el infarto. Y entonces ya es tarde.
¿Cómo marchan las investigaciones en Atapuerca?
Atapuerca es el mayor proyecto científico del mundo en el terreno de la evolución humana por dinero dedicado, número de investigadores, yacimientos, publicaciones... Ahora estamos trabajando en una patología, en las enfermedades de la prehistoria. Desde hace tiempo venimos estudiando de qué morían los hombres prehistóricos.
¿Es posible que el estudio del pasado nos enseñe lecciones sobre nuestra salud hoy?
Lo más interesante es que la prehistoria ofrece lecciones de medicina evolucionista o darwinista. Permite investigar los orígenes de las enfermedades y concluir que hacemos cosas para las que no estamos programados y que nos enferman. Por eso se nos caen los dientes a los humanos actuales, por ejemplo.
¿Qué sabemos de la salud de nuestros antepasados?
En muchos casos vamos descartando en negativo: no se les caían los dientes, no tenían osteoporosis, sí padecían infecciones... Hemos observado que el hombre prehistórico tenía artrosis en la unión de la mandíbula con el cráneo, seguramente debido a un uso excesivo de los dientes porque utilizaban la boca como una herramienta. Era su tercera mano.
¿Eso es lo más destacado de las excavaciones recientes?
También hemos descubierto un fósil fantástico que tiene un 1.400.000 años.
¿Atapuerca tiene tanta relevancia porque se ha comunicado bien?
Sin duda. Pero eso tiene mucho que ver con que los científicos nos hemos vuelto normales, nos hemos hecho más anglosajones, más abiertos y menos formales. Eso nos ha ayudado a contar lo que estábamos haciendo en Atapuerca. Gracias a ello hemos podido crear la Fundación Atapuerca para conseguir los fondos privados con los que ahora se financia la mitad de los costes de la excavación.
¿Qué le parece el hallazgo del ‘hobbit de la Isla de Flores'?
Hay que esperar a que encuentren más cráneos pero ya se puede afirmar que es una población enana. En cuanto al tamaño de su cerebro, o se trata de un individuo enfermo o yo no entiendo nada porque, con la capacidad de un chimpancé, navegó, hacía fuego, tallaba piedras...
Como antropólogo, ¿qué opina del creacionismo?
Lo que no me gusta es el creacionismo ideológico, que entra dentro de un sistema que trae consigo actitudes intransigentes y reaccionarias. El creacionismo es un error científico pero eso se le puede explicar a quien no lo sepa. Cuando me pone los pelos de punta es cuando forma parte de una ideología más amplia. En EEUU no es legal enseñar religión en las escuelas y por eso los creacionistas tratan de introducir esa enseñanza como una teoría científica que sí se pueda impartir. En España ese debate no existe, y si se crea será artificial o interesado.
¿Qué opinión le merece el recorte presupuestario al I+D+i?
Aquí el Estado pone el mismo dinero que en el resto de los países. El problema es que no conseguimos financiación privada. En las universidades de EEUU o Reino Unido la mayor parte del dinero lo aportan las compañías interesadas en que se formen buenos científicos. En España eso no ocurre.
¿Y cómo se puede conseguir?
Es necesario reformar la Universidad, necesitamos competir con las mejores titulaciones internacionales, ofrecer buenas especializaciones. Damos un buen conocimiento básico, pero es preciso estar entre las cinco mejores del mundo para ser capaces de atraer el capital privado. Debemos mejorar si queremos aspirar a la medalla de oro y ganar premios Nobel.
Un buen reto para el Ministerio de Ciencia e Innovación.
Sin duda, y les deseo suerte. Lo que dice la ministra me parece estupendo, pero para llevarlo a cabo necesita mucho valor. Tiene que acometer una reforma en profundidad del sistema y de la Universidad, que es donde se produce la mayor parte de la ciencia. A este ministerio le corresponden dos cosas: tratar de obtener más recursos económicos y reformar el sistema.
¿Cuál es la situación de la paleoantropología española?
Muy bien, ahí sí que somos líderes mundiales y estamos entre los mejores. Hay que consolidarlo, conseguir medios y apoyo, pero tenemos un nivel estupendo.
¿Y el resto de la ciencia?
En buena parte de Europa hay un problema con las vocaciones, y necesitamos a los mejores, no a los normales y ni siquiera a los buenos. Necesitamos a los excepcionales, que ahora mismo se están yendo a la economía. Hay que mejorar el sistema para que los investigadores no tarden tanto tiempo en encontrar trabajo estable y se desanimen.
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