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El gobierno ruso estrecha el cerco a los científicos

J. Y.

El biólogo ruso Oleg Mediannikov está sufriendo un auténtico acoso por parte de la FSB —la antigua KGB— desde hace nueve meses, según informa la revista Nature.

El motivo es del todo inocente: haber intentado viajar a Francia llevando muestras biológicas autorizadas para una investigación que desarrolla en colaboración con un instituto de Marsella.

Acusado por las autoridades de su país de contrabando de material de guerra biológica, Mediannikov ha sido interrogado repetidas veces, se le ha negado la salida del país e, incluso, peligra su empleo.

La pesadilla del científico comenzó el 12 de diciembre de 2006, en el aeropuerto moscovita de Sheremetyevo, donde se disponía a abordar un avión portando 20 muestras no patógenas de Rickettsia prowazekii, un microbio causante del tifus que se emplea para vacunaciones. En un proyecto conjunto con la Universidad de Marsella, Mediannikov se proponía comparar las proteínas de dos cepas rusas con otras aisladas en Francia.

A pesar de que el científico contaba con todos los permisos en regla para la exportación de este material biológico, fue interceptado por los agentes de aduanas, quienes le confiscaron su ordenador portátil y las muestras. Éstas fueron trasladadas a un laboratorio secreto. Desde entonces, a Mediannikov se le ha negado la salida del país, se le ha dado a elegir entre la renuncia a su empleo o el despido y el 26 de junio se abrió una causa criminal contra él, en la que se enfrenta a una posible condena de hasta siete años de prisión.

Un experto ruso en desarme consultado por Nature, que prefirió conservar el anonimato, aseguró que “ Vladimir Putin ha desatado las manos de la FSB y hay una tendencia a fortalecer el control del Estado sobre todas las áreas, incluida la ciencia”.

Desde 2000, al menos otros cuatro científicos rusos han sido procesados bajo acusaciones de revelación de secretos a otros países.

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