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«Los mutantes hemos desplazado a los humanos»

Un estudio sugiere que el actual ‘Homo sapiens’ es el resultado de una evolución vertiginosa reciente

JAVIER YANES

La condición de especie dominante, el desarrollo tecnológico y la fusión de razas y culturas han extendido la noción de que los humanos han logrado detener el reloj evolutivo y escapar de la selección natural. Frente a esta idea popular, llega como sorprendente novedad un estudio de la Universidad de Utah (EEUU) que hoy publica la revista PNAS. Según el profesor de antropología Henry Harpending y sus colaboradores, los humanos no son ajenos al empuje de la evolución, sino todo lo contrario: en los últimos 40.000 años, el periodo en el que la especie se ha dispersado para pasar de ser un primate más a erigirse como rey del planeta, la carrera evolutiva del Homo sapiens ha sido poco menos que
desenfrenada.

Los datos proceden del HapMap, una iniciativa sucesora del proyecto Genoma Humano que se centra en el escaso 1% que distingue entre sí a los individuos. Mapeando los bloques de ADN en 270 sujetos de cuatro etnias –yoruba nigerianos, han chinos, japoneses y estadounidenses de origen europeo–, los investigadores elaboran un catálogo de los llamados polimorfismos de base única (SNP, por sus siglas en inglés), las diferencias aisladas en una sola letra del ADN que en algunos casos pueden relacionarse con susceptibilidad a enfermedades. Hasta el momento se han registrado unos cuatro millones de SNP de los aproximadamente 10 que contiene el genoma humano.

Harpending y sus colaboradores, de las universidades de Wisconsin y California y de la empresa Affymetrix, han analizado los datos del HapMap para un propósito diferente: estudiar la evolución reciente del ser humano. La premisa de la que parten los científicos está ampliamente aceptada entre los genetistas de poblaciones y evolucionistas moleculares: dado que a lo largo del tiempo los cromosomas se rompen y se reorganizan, un patrón de SNP intacto que comparten varios individuos ha tenido una vida corta; si ese fragmento está ampliamente extendido, es posible que algún mecanismo de selección natural haya favorecido su rápida expansión. Un ejemplo sería el gen de la tolerancia a la lactosa, que habría permitido a los indoeuropeos imponerse a otros pueblos gracias a la ventaja de poder digerir la leche.

Cada vez más distintos

Comparando las secuencias bajo estas reglas, los científicos concluyen que en los últimos 40.000 años, sobre todo desde la última glaciación que terminó hace 10.000, el ritmo evolutivo de la especie ha sido alocado al menos en un 7% de los genes, debido a la adaptación a nuevos entornos y al aumento de las poblaciones. Los humanos actuales son, según los autores, más distintos de los de hace 5.000 años que lo que éstos lo eran de sus parientes neandertales. La especie era tan diferente hace sólo 1.000 años que, para Harpending, puede explicar desde un enfoque genético, más que cultural, la diferencia entre la belicosidad de los antiguos vikingos y el espíritu pacífico de los actuales escandinavos.

Como consecuencia, las poblaciones en los distintos continentes no tienden a unificarse genéticamente, sino que “los genes evolucionan rápido en Europa, Asia y África, pero restringidos a su continente de origen. Somos cada vez más distintos, no nos estamos fusionando en una humanidad mezclada y única”, afirma Harpending, atribuyendo este fenómeno al escaso flujo intercontinental de genes desde la gran dispersión de hace 40.000 años.

Otro de los firmantes del estudio, Gregory Cochran, resume la gran conclusión general de su trabajo desde un curioso punto de vista: “La historia parece cada vez más una novela de ciencia ficción en la que los mutantes desplazaron a los humanos normales, a veces sobreviviendo mejor al hambre y a la enfermedad, o a veces como hordas conquistadoras. Nosotros somos esos mutantes”, sentencia.

 

En el mismo número de 'PNAS' donde Henry Harpending y sus colaboradores sugieren que la especie humana ocupa el “carril rápido de la evolución”, un segundo estudio ofrece un ejemplo sobre la gran diversidad evolutiva del ‘Homo sapiens’. Tres científicos de la Universidad británica de Cambridge analizan las peculiaridades de los pigmeos africanos, un clásico tema de debate entre los expertos. Según Andrea Migliano y sus colaboradores, la pequeña talla corporal de estos individuos no sería una adaptación al entorno, como otros han propuesto, sino un efecto secundario de su estrategia evolutiva: la necesidad de invertir biológicamente en una reproducción temprana, bajo la presión de la mayor tasa de mortalidad de la especie. 

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