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Lucha puerta a puerta contra la tuberculosis

Una ONG lleva la detección y el tratamiento a las aldeas de Bangladesh

AINHOA IRIBERRI

En Anowara Upazilla, una villa a una hora y media por carretera de la segunda ciudad de Bangladesh, Chittagong, no saben que hoy se celebra el Día Mundial de la Tuberculosis. Sin embargo, desde 2004, sus habitantes son los protagonistas, junto con otros pueblos similares, de uno de los programas más exitosos para el control de la enfermedad, que organiza el Comité para la Acción Rural de Bang (BRAC), una de las ONG más potentes del país.

La razón de este éxito, difícil de cuantificar en un país que sólo desde 2008 exige el certificado de nacimiento, la resume la historia de Sahela Begun. Escogida por el BRAC para ejercer el papel de shabkta sheka (voluntaria de salud), juega un papel esencial en la detección precoz de la enfermedad, que ha pasado de localizarse un 44% de los casos de tuberculosis pulmonar con esputo positivo, la más grave, al 73% desde que se implantó el programa, financiado por el Fondo Mundial de la Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis (GF).

Se ha pasado de detectar un 44% de los casos a diagnosticar el 73%

La shabkta sheka es la mujer que se encarga de que los afectados cumplan con un tratamiento largo, pero muy eficaz (cura el 91% de los casos). Desde el BRAC, se le incentiva para que convenza a sus paisanos de la necesidad de la terapia. Por cada persona que complete los seis meses de tratamiento, Begun recibirá 300 takas (algo más de cuatro dólares). Es lo que se llama Tratamiento de Observación Directa, el protocolo establecido por la OMS en 1993 para lograr que los pacientes se traten hasta la total curación.

La decisión de Begun de ocuparse de esta labor va más allá del incentivo. No desvela la razón hasta el final del encuentro con periodistas organizado por el GF, al preguntársele si la gente moría antes de tuberculosis en su pueblo. La respuesta es afirmativa. Su marido falleció hace diez años de la enfermedad, a pesar de habérsele detectado en el hospital de Chittagong. 'Hizo el tratamiento de forma irregular', dice Begun, que participa en el programa de microcréditos de BRAC vendiendo a bajo coste productos fitosanitarios, como compresas.

Se incentiva a voluntarios para que apoyen a los enfermos en terapia

Para que Begun pueda ejercer su papel ha hecho falta que el programa funcione como un engranaje. Así, una vez al mes otra voluntaria acude al pueblo para dar charlas educativas sobre los síntomas y el proceso de detección. Las personas que crean sufrir estos síntomas deberán acercarse a unas modestas instalaciones sanitarias del programa. Ahí les tomarán dos muestras de esputo (a última hora de la noche y primera de la mañana) que, en el microscopio, revelarán la presencia del bacilo de Koch. La acumulación de muestras hará que hasta el día siguiente no reciban el veredicto. Si padecen la enfermedad, la shabkta sheka se hará cargo de su caso.

A pesar del éxito del programa, amplias zonas del país aún no han entrado en el sistema sanitario de prevención, controlado casi en su totalidad por las ONG. Este es quizás el próximo reto al que se enfrentan los gestores sanitarios, aunque tampoco es el prioritario. El ministro de Salud y Bienestar Familiar, Ruhal Haque, no duda en afirmar que 'el agua' es el problema más importante. De opinión similar es el médico de la OMS Erwin Cooreman: 'Tener casas más grandes y mejor ventiladas sería de vital importancia'.

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