Este artículo se publicó hace 15 años.
Noruega, la paradoja climática
El país de los fiordos presentará en Copenhague una de las apuestas más ambiciosas. El Ártico será una de las regiones más alteradas por el calentamiento global, pero algunos expertos reconocen ventajas colater
Un invierno un poco más suave en un clima extremadamente frío, un renacimiento de la agricultura en tierras sepultadas meses enteros por la nieve, o el acercamiento de caladeros pesqueros a las aguas territoriales. Noruega se encuentra entre dos aguas, mascando una inusual paradoja climática. Junto a la Unión Europea y Japón, Noruega integra el grupo de países más ambiciosos en la lucha contra el cambio climático, sin ya grandes esperanzas de ver compromisos en EEUU, China, India o Brasil que salven del fracaso a las negociaciones de la ONU que deben culminar en menos de un mes en Copenhague.
La otra cara del clima sitúa a Noruega, más que como una víctima del calentamiento global o el aumento del nivel del mar, como un país afortunado en medio del desastre. Los investigadores lo explican con la boca pequeña, conscientes de que la opinión pública puede preferir unas temperaturas más suaves a la estabilidad climática imprescindible a miles de kilómetros. "El calentamiento global podría beneficiarnos", reconoce Jan Gunnar Winther, director del Instituto Polar con sede en Tromsø, capital del norte de Noruega que se adentra 350 kilómetros en el Círculo Polar Ártico. "Suavizará las temperaturas, aumentará la biomasa y favorecerá el desarrollo de la agricultura", destaca.
Hartazgo climáticoSin embargo, no es deseable. Así lo asegura Edmond Hansen, uno de los científicos del centro, de vuelta de una expedición de medición del espesor del hielo que desde hace 11 años repite en un mismo lugar entre Groenlandia y el archipiélago de las Svalbard. Cada año encuentra menos hielo y dinero para realizar sus expediciones, que movilizan a un equipo de 30 personas y requieren varios meses previos en busca de fondos. "Estamos frustrados", asegura, "no por la falta de comprensión, sino por la falta de voluntad de la opinión pública para comprender". Hansen se refiere al debate público en su país, pero también a una apatía y hartazgo global sobre el clima. Según él, a diferencia de la confianza en la medicina, "en cuestiones de cambio climático no te sueles fiar de la persona que lleva la bata blanca". "Cualquiera puede comprobar a simple vista la gran pérdida de hielo de los glaciares árticos", añade Winther. "En 800.000 años no se ha producido un aumento de los niveles de CO2 comparable al visto en el último siglo", recalca. Los patrones climáticos a lo largo de la historia del planeta dejan claro, para Winther "y para el 97% de los científicos", que a un aumento de las emisiones de CO2 sigue casi siempre un aumento de la temperatura.
"El calentamiento aumentará la biomasa y mejorará la agricultura"
Más allá de la ciencia, los nuevos vientos del clima no son tan fáciles de interpretar a ras de suelo. Ingvard Lorentzen, de 28 años, es el heredero del negocio pesquero familiar para el que trabajan 80 pescadores de Sommarøy, una isla cercana a Tromsø. "Los últimos tres años han sido los mejores que recuerdo en nuestras capturas de bacalao", explica.
La Comisión Europea, que negocia acuerdos con Oslo, explica que en los últimos años se ha producido un calentamiento de las aguas del mar de Noruega que ha motivado un desplazamiento de las poblaciones de bacalao del Ártico hacia el norte. "Aunque no se puede descartar un rol del cambio climático, puede haber más factores, como la combinación de corrientes marinas en la zona", explican fuentes comunitarias. Lorentzen no ve una especial relación con el cambio climático y recuerda que su familia ha visto otras fluctuaciones a lo largo de siglo y medio de explotación. Si la hay, en todo caso, de momento no le parece un problema tener que ir más al norte, adonde se desplazan los caladeros, siempre que las bodegas vuelvan llenas.
Renos hambrientosJan Egil Trasti representa el otro extremo. Se dedica a la venta de carne de reno cerca de Kirkenes, en la fría frontera ruso-noruega y asegura que "desde hace tres años" necesita "almacenar forraje durante el verano para que mis 800 renos tengan qué comer". El cambio climático podría sentenciar a muerte su forma de vida, de gran tradición en Noruega. Los antepasados de Trasti, de etnia sami, se han dedicado a los renos durante siglos y él espera, sin mucha confianza, que uno de sus hijos tome el relevo. De momento, dedicarse a los renos ya le produce más costes y trabajo que hace tan solo unos años. "Desde hace cinco o 10 años los renos acceden con más dificultad a la comida en invierno", asegura. "Donde antes había nieve, ahora hay hielo y en invierno no pueden acceder a la comida", explica.
Un clima suave es bueno para la pesca, pero malo para las granjas de renos
En 2011, Noruega conmemorará las hazañas de dos pioneros de la exploración polar: Fridtjof Nansen, el gran explorador del ártico que se acercó antes que nadie al Polo Norte, y Roal Amundsen, el primer hombre que pisó el Polo Sur. Ambos navegaron a bordo del Fram (Adelante), conservado en Oslo como el barco de madera que ha viajado más al norte y más al sur del planeta. Sus herederos, hoy equipados con los medios más modernos, lamentan la falta de perspectiva y ambición a un mes del final de la negociación. "Y eso teniendo en cuenta que el escenario podría ser todavía peor de lo que predice la ONU", recuerda Winther.
El investigador se refiere a estudios recientes que triplican la velocidad estimada de deshielo en Groenlandia respecto al informe que sirve de base para las negociaciones, elaborado por el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) y presentado en 2007. Según los investigadores, si no se actúa con urgencia, el patrimonio explorado por Amundsen y Nansen hace un siglo podría perderse para siempre.
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