Este artículo se publicó hace 2 años.
'1969', la novela que recrea los restos del franquismo
El escritor Eduard Márquez intenta capturar con su nuevo libro un tiempo en el que parecía que todo era posible, un tiempo entre la muerte de Franco y la llegada de Jordi Pujol.
Barcelona-Actualizado a
El escritor Eduard Márquez, el pasado lunes 7 de noviembre, llenó el Teatro Romea para hablar de 1969, una novela nacida de un bloqueo literario y de una crisis vital, y que como el título indica ocurre en 1969. Pero como ya advertía Márquez a Público el pasado julio, aquí no hay protagonistas, ni peripecia, ni una trama convencional. No, todo esto que el autor ya ha demostrado que domina, aquí no está, porque eso es otra cosa. La puesta en escena de Eduard Márquez sobre el escenario del Romea para explicarse fue una especie de striptease literario, pero también vital, porque sin esconder su vulnerabilidad expuso todo el entramado que contienen las más de 500 páginas de 1969, publicada en catalán por L'Altra Editorial y en castellano por Navona.
Márquez quería capturar un tiempo en el que parecía que todo era posible, un tiempo entre la muerte de Franco y la llegada de Jordi Pujol, y el 1969 es el epicentro para hacerlo. Entonces Barcelona estaba ahogada por un estado de excepción y ya empezaba a hablarse cómo sería la sucesión del dictador. Las calles hervían de ideas nuevas y ganas de cambios, sin embargo, ni todo el mundo era antifranquista, ni la lucha por las libertades individuales era homogénea y unitaria.
Para ofrecer una panorámica de este escenario y representar la represión y opresión de la época, Márquez ha prescindido de florituras, pero no de la crueldad de muchas situaciones que tienen que ver con la violencia física que ejercía la Policía, y la censura que imperaba en muchos aspectos del día a día. Por eso lo que ofrece son voces y documentos diversos, y quien habla son trabajadores de fábricas (algunos con conciencia política y otros no), estudiantes combativos, censores, militares, gente anónima que hacía la lucha desde su pequeña parcela... En definitiva, habla la vida en toda su pluralidad. Y es que en la Barcelona tardofranquista había todo esto, aunque a menudo esta diversidad se haya obviado o todavía no se haya tratado lo suficiente con la profundidad que convendría.
Del colapso vital a la novela salvaje
A consecuencia de la crisis económica del 2008, la vida de Márquez sufrió un estremecimiento considerable. Si hasta entonces había logrado vivir de sus libros, las liquidaciones empezaron a encogerse hasta el punto de que las editoriales le enviaban cartas comunicándole que habían decidido trinchar sus libros. Para ejemplificarlo, el otro día en el Romea, decidió leer una de esas cartas donde se le comunicaba que se destruirían 1.404 ejemplares de El último día antes de mañana, una de sus novelas más celebradas.
"Es difícil salir adelante sin nada. Yo en cuestión de meses recibí docenas de cartas como ésta, y quedó afectada la práctica totalidad de mis libros para adultos y la práctica totalidad de mis libros para niños. En poco más de medio año me quedé sin prácticamente nada. La consecuencia inmediata de esto es que debes empezar a ampliar el radio de los trabajos alimenticios, debes empezar a buscar trabajos, más clases, más traducciones, y la segunda consecuencia es que no tenía tiempo para leer, para aprender, para pensar en lo que quería hacer más adelante... Y cuando has estado pensando toda la vida en que llegue ese momento, y ese momento se funde en el aire, lo cierto es que se hace difícil salir adelante. Cuadra con lo que escribió Kafka en una carta a su amigo Max Brod el 5 de julio de 1922: "Un escritor que no escribe es un monstruo que festeja con la locura", explicó Márquez.
Aferrándose al noviazgo con la locura de Kafka y también a la deriva que apunta Rafael Chirbes en sus diarios ("Lo peor es que fuera de la literatura voy a la deriva"), el escritor admite que se convirtió en "un ser insufrible, en una persona absolutamente enfadada consigo misma y con el mundo. Una persona absolutamente amargada y deprimida, porque todo lo que yo necesitaba hacer para no ahogarme era totalmente inviable. Y durante dos, tres años me convertí en una persona infecta, lo reconozco".
Salir del pozo
El autor ya ha explicado muchas veces que el detonante para empezar a salir del pozo fue el artículo Pamplinas de Enrique de Hériz publicado el 18 de enero de 2013 y que apunta, entre otros aspectos, que "una crisis no es una oportunidad para reinventarse, son pamplinas que solo pueden decir los que están por encima de la línea de flotación de este buque fantasma en el que se ha convertido el estado del bienestar. Hay que estar muy ciego para no ver que este precisamente es el momento en el que la condenada historia nos brinda para escribir la mejor novela de nuestra carrera, la novela salvaje, la que a lo mejor no nos atrevíamos a escribir porque la comodidad de publicar se superponía a la aventura de crear".
Las palabras de Enrique de Hériz fueron el revulsivo que hicieron que Márquez decidiera escribir sobre todo lo que ocurría en 1969 en Barcelona. Él quería hablar de la represión, de la cultura underground efervescente del momento, de las luchas obreras, del LSD... La idea la tenía, pero sabía que para escribirla debía replantearse el oficio totalmente. Le pasaba lo que apunta una de las voces del poema Kensington de Gabriel Ferrater: "M'he torçat. Pura llum. Tots els dibuixos que sé calcar no valen". ["Me he torcido. Pura luz. Todos los dibujos que sé calcar no valen".]
Y empezó a documentarse, de forma obsesiva, según confiesa Márquez: "Yo quería hacer una novela 'a la Dickens' y también como Manhattan Transfer de Dos Passos, pero era inviable porque la documentación se me comió. Me di cuenta de que la novela coral no serviría porque no había forma de controlar todas las voces que circulan por ella, me di cuenta de que una novela coral acaba siendo una novela sin héroe y eso cuesta mucho leer porque no hay tensión narrativa. El primer problema era técnico, el segundo era no estar a la altura, y el tema técnico me colapsó, fue un batacazo importante porque lo que quería hacer no funcionaba".
Hasta 2019 todas las tentativas de dar vida a 1969 no avanzaban. Fueron un fracaso hasta que la vida se impuso y por extensión, la forma de plantear la novela también. Eduard Márquez se considera un "tipo psicótico" que tiene muy presente lo que dijo Coltrane, que "la naturaleza de las cosas determine la forma de tocar". Y lo ha logrado porque 1969 es un gran ejemplo de libertad creativa. Eduard Márquez ha sido capaz de trincharlo todo para ofrecer una riada de vida. Y lo ha hecho con las voces y testigos de los que lo vivieron. Ahí está la potencia del libro, y por eso irradia el espíritu salvaje que le hizo nacer.
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