Este artículo se publicó hace 13 años.
Carlos Urroz no quiere revolución
El hombre que tiene que dar la vuelta a ARCO no cree en las revoluciones. El hombre que colocará la feria de arte contemporáneo de España en el mapa del mercado internacional es fruto de una crisis. La marea trajo a las orillas enfangadas de ARCO a Carlos Urroz (Madrid, 1966) tras un cisma insalvable entre Luis Eduardo Cortés, presidente del Comité Ejecutivo de Ifema, y los galeristas, que se llevó por delante a la anterior directora, Lourdes Fernández. La dirección de la feria era un premio agridulce: primero debía calmar las aguas revueltas por las injerencias de Ifema, después colocar a la feria en un lugar "en el que nunca estuvo".
"No creo que vaya a ser una feria muy espectacular", dice el director
Este año ARCO atraerá titulares por la encrucijada de fechas y nervios. Justo en esta edición se cumplen 30 años de su fundación y los recortes presupuestarios para convivir con la crisis financiera han dejado al arte español desvalido. Hasta hoy eran las instituciones quienes daban la cara y abrían los paraguas contra las borrascas ante la falta de coleccionistas en ARCO. Nunca como hasta este año los galeristas necesitan a los inversores privados.
Pero claro, todo puede empeorar, aunque no para el nuevo director: "Soy optimista a la fuerza", reconoce templado y alegre, como sólo los que no creen en las revoluciones encaran las complicaciones. Las suyas en este momento no son tan graves como las que tuvo que hacer frente Lourdes Fernández: como con ella, los galeristas están contentos porque conoce sus necesidades trabajó aquí en los noventa con Rosina Gómez-Baeza y le han dejado montar la feria de sus sueños. La diferencia con Fernández es que a Urroz Ifema le respeta, al menos de momento, porque la Comunidad de Madrid le ha dado potestad. Fue asesor de arte contemporáneo para la Comunidad.
"Me gustaría que, después de esta edición, las galerías que participen regresen a sus casas tan contentas que animen a otras a venir el año próximo. Es la única manera de mejorar las propuestas y de atraer a buenos coleccionistas. Además, la feria es más pequeña, será más agradable al visitante", asegura Urroz. Aclara que ha trabajado en libertad, que este año "no ha habido injerencias de Ifema". "Los galeristas dejaron bien claro que querían una feria donde no interviniera Ifema y se aceptó esa premisa", dice.
"El coleccionismo es un bien social, no un fondo de dinero negro"
Adelanta que no hay grandes cambios, que todo lo que ha hecho ha sido a pequeña escala para hacerla más cómoda a los visitantes y a los galeristas. "No creo que vaya a ser una feria muy espectacular. Será para disfrutarla". Le resta importancia incluso al examen al que se expondrá desde la primera actividad de hoy por la mañana hasta el domingo: "Siempre es un año decisivo. Todos los años son importantes para ARCO".
"Es un intercambio de ideas, además de mercancías", define ARCO como gran ágora de los mejores. Ha fomentado la llegada de directores de museos y de bienales, se ha empeñado en crear programas atractivos para nuevos coleccionistas y en el tríptico del programa y plano ha colocado una selección de lugares para "comer", "beber" y "bailar". Toda una declaración de intenciones.
Pero España no es país para coleccionistas: "Hace falta unas leyes que lo promocionen". Cree que lo importante para que la tradición cambie es que se entienda el coleccionismo de otra manera: "Es un bien a la sociedad, no un lujo. El arte no es un fondo de dinero negro. Donar una obra debería ser como pagar a Hacienda. Espero que Hacienda entienda el coleccionismo como una aportación a la sociedad y no como un refugio de patrimonio".
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