Este artículo se publicó hace 14 años.
Cervantes no se olvida
Ana María Matute recibe el máximo galardón de las letras en castellano y se convierte en la tercera premiada tras María Zambrano y Dulce María Loynaz
"¡Estoy enormemente feliz!". Con este estallido de alegría, la escritora Ana María Matute (Barcelona, 1925) expresó ayer su felicidad por la concesión del Premio Cervantes ante la prensa que la esperaba en el hotel Palace de Barcelona. Llegó con una sonrisa radiante, ayudada por una muleta y acompañada de su hijo Juan Pablo y de su editor en Destino, Emili Rosales. Horas antes, poco después de conocer la noticia tras una llamada de la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, ya había celebrado el galardón con el cava que guardaba en la nevera. Una botella que llevaba largo tiempo esperando. "Este año me llegaban más ecos que en otras ocasiones y yo decía que este año sí, que a lo mejor no soy tan mala", confesó ayer Matute. Y acertó. Se convirtió así en la tercera escritora, tras María Zambrano y Dulce María Loynaz, en ser premiada en las 34 ediciones celebradas del Premio Cervantes.
Esta circunstancia fue, precisamente, una de las primeras que causó revuelo ayer tarde. "A mí me resulta mosqueante que sólo lo hayan ganado tres mujeres. No es que haya machismo, pero hay una especie de reticencia inconsciente. Mucha gente todavía duda de nosotras", señaló a este periódico la escritora Ángeles Caso, autora de Contra el viento y una de sus mayores admiradoras: "Es, sin duda, una de los grandes escritores de la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI . Y me dolía que se fuera de este mundo sin el Cervantes, como le ocurrió a Carmen Martín Gaite o Rosa Chacel", añadió. La escritora barcelonesa, sin embargo, quiso restarle importancia: "Esto del machismo ya está quedando un poco lejos, todavía quedan cosas pero se están dando pasos muy importantes".
"Quise transmitir la sensación de pérdida", dice Matute
La herida de la guerraEl Cervantes se lo lleva una mujer que empezó a escribir a los 6 años de edad. Una niña de la burguesía catalana que se refugió en la literatura, en la fantasía y la imaginación, tras comprobar que la vida era algo más feo que las sonrisas. Primero, debido a una madre severa y autoritaria, y segundo por el comienzo violento de una Guerra Civil cainita. Dos heridas que pronto tuvieron un peso en su escritura. "Desde el primer momento he querido comunicar la misma sensación de pérdida, porque vivir es también perder cosas. Y eso ya está en mi primer cuento", manifestó.
Su primera novela fue Pequeño teatro, escrita a los 17 años de edad, pero publicada 11 años después. En ella ya aborda su asombro por la España desangrada por la guerra. Y la idea de que a pesar de que haya buenas intenciones, el mal suele triunfar por encima del bien. Como comentó ayer a este periódico la escritora María Dueñas, autora de El tiempo entre costuras, sus primeros recuerdos de Matute le llevan a este libro: "No lo leí entonces, ya que aún estaba aprendiendo a juntar las letras. Años después me lo zampé. Y me gustó. Pero el sabor que perdura en mi memoria no es el de su contenido, sino el de la fascinación que me produjo a mis 5 o 6 años".
Vargas Llosa señala que "merecía haber recibido el galardón antes"
Desde finales de los años cuarenta y durante los cincuenta y sesenta, Matute fue una prolífica escritora y además, muy premiada. Sus novelas y relatos como Los Abel (1948), Fiesta al noroeste (1952), Los hijos muertos (1958) y Primera memoria (1959) guardaban una crítica soterrada hacia el franquismo. A pesar ello, ganó el Premio Nadal, el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa. La única que no pasó la censura fue la novela Luciérnagas (1949), que no llegó a las librerías hasta 1993. "Estas son para mí sus mejores obras. En ellas hay un abordamiento de la realidad integral y una sensibilidad extrema en el lenguaje. Su adjetivación es brillante. Y todo lo hizo en tiempos muy difíciles. Por eso es un premio dado con justicia", apostilló su amigo José Caballero Bonald, otro de los candidatos ayer al galardón. A esta declaración se unieron el premio Nobel Mario Vargas Llosa, quien señaló que "merecía haber recibido el Cervantes hace mucho tiempo", y José María Castellet, último premio Nacional de las Letras, para quien Matute es "una escritora con gran potencia creadora y fuertemente comprometida."
En los primeros años, los críticos la encuadraron dentro del tremendismo de Carmen Laforet y Camilo José Cela, pero ayer Matute se salió por la tangente: "Eran tontos. No se enteraban de nada. Lo cierto es que España estaba bastante cerrada al mundo". Ella, "con su esfuerzo por realizar un trabajo para el que no existían maestros, ya que estaban todos exiliados", según recordó Ana María Moix, fue una de las más persistentes en abrir las rendijas de aquel país hermético. La autora de El polizón del Ulises también se tomó el premio como un reconocimiento a su esfuerzo, "porque eso de a la trayectoria me parece un poco pretencioso", afirmó.
En los setenta, después de publicar La torre vigía, dejó de escribir. En 1963 se había separado de su marido, Ramón Eugenio de Goicoechea, y según las leyes franquistas era el padre el que tenía la custodia de su hijo. Caballero Bonald tiene nítidos recuerdos de aquella etapa: "Convivimos un tiempo en Palma de Mallorca y ella estaba muy mal. Nos intercambiámos las penas".
Pese a esta nube negra, Matute nunca perdió el sentido del humor. Ayer volvió a demostrarlo: "No soy dura de oido, soy sorda", atajó a los periodistas ante las preguntas.
Del tremendismo a la fantasía'Los Abel'
Su primera novela fue publicada en 1948. En ella muestra un mundo dividido entre dos bandos, un referente de la dolorosa Guerra Civil que vivió entre los 11 y los 14 años de edad.
'Los hijos muertos'
A los 33 años consiguió el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa con esta novela en la que la Guerra Civil vuelve a tener un papel protagonista
'Primera memoria'
Publicada en 1959 y ganadora del Premio Nadal, forma parte de la trilogía Los mercaderes' junto a Los soldados lloran de noche' y La trampa'. En ella denuncia a una sociedad dominada por el egoísmo.
'El polizón del Ulises'
Es uno de los relatos más conocidos por los jóvenes. Fue publicado en 1965 y cuenta la relación entre un adolescente y un marinero que huye de la policía.
'Olvidado rey Gudú'
Esta novela fantástica marcó su regreso a las librerías en 1996 convirtiéndola en un best-seller.
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