Este artículo se publicó hace 13 años.
Comedia del siglo XXI
'No controles'. Borja Cobeaga
Aunque un tema de Olé Olé dé nombre al segundo largo de Borja Cobeaga, la primera canción que suena es Segundo premio (Los Planetas), un himno para una generación formada sentimentalmente en los noventa. Mucho más que un guiño al grupo clave del indie español, su inclusión ayuda a entender en parte la naturaleza de un filme que remite al cine clásico para configurar una comedia romántica contemporánea y con personalidad propia dirigida a esos hijos de la posmodernidad capaces de disfrutar tanto de un éxito comercial como de una perla alternativa.
Cobeaga ya dio muestras en Pagafantas de un talento para un tipo de comedia sentimental que remitía a la tradición del género para buscar su sitio en el siglo XXI. No controles pone de manifiesto que el director era consciente de los errores de una ópera prima afectada por un ritmo irregular y una excusa argumental alargada. Como si hubiera estudiado a fondo los mecanismos de las buenas comedias para controlar hasta el último de sus engranajes, Cobeaga ha conseguido armar una cinta de estructura clásica y alma moderna con un equilibrio perfecto de sus muchos elementos.
A través de un personaje principal que entronca con toda una tradición de héroe masculino en crisis, No controles desarrolla sin avergonzarse su condición romántica sin caer en la cursilería. Y explota al máximo los elementos cómicos que ofrecen unos secundarios en estado de gracia y una trama concentrada en un único espacio a lo largo de una sola noche. Como sólo consiguen ciertos alquimistas del género, Cobeaga ha sabido combinar en No controles las dosis justas de comedia y romanticismo, clasicismo y contemporaneidad.
El clásico secundario roba escenas1. La trama
La Nochevieja de 2010 no pinta nada bien para Sergio. Bea, su novia hasta hace pocos meses, está a punto de irse a vivir a Alemania y a él le toca trabajar. Cuando una nevada les deja aislados en un hotel al lado del aeropuerto, intentará recuperar a su chica. Para ello, contará con un fuerte aliado: un recobrado amigo de la infancia con vocación de cómico, Juancarlitros.
2. El descubrimiento
Como cualquier comedia que se precie, ‘No controles’ cuenta con un secundario roba escenas. Juancarlitros –el amigo pesado pero entrañable del protagonista que quiere convertirse en una estrella del humor cómico con chistes del estilo “¿Cuál es el colmo de Batman? Que le robin”– está encarnado por un Julián López que se escapa de una fácil imitación de sus propios personajes televisivos para construir un personaje que aglutina la síntesis perfecta entre ternura, rechazo y comicidad. Sus gracias, que por supuesto están en el cómo y no en el qué, ya corren como la pólvora viral por internet.
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