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La crisis convierte a Mortadelo y Filemón en pluriempleados con 'Sueldecitos más bien bajitos'

Francisco Ibañez, el creador de los populares agentes de la T.I.A., asegura que no hizo sus personajes para hacer crítica social sino por los gags

El dibujante Francisco Ibañez posa con el nuevo libro de sus personajes, Mortadelo y Filemón, 'Sueldecitos más bien bajitos'. EFE/Quique García

Jose Oliva. / EFE

MADRID.- El dibujante Francisco Ibáñez, que acaba de publicar un nuevo álbum de sus dos personajes predilectos, Sueldecitos más bien bajitos" (Ediciones B), ha señalado este jueves que no creó a Mortadelo y Filemón para hacer crítica social, sino que lo más importante son los gags.

Hablar de los sueldos y sus estrecheces es, ha apuntado Ibáñez en la presentación en rueda de prensa de su nuevo trabajo, "el tema ideal porque el libro puede durar años. La actualidad del libro no se perderá".

En cambio, cuando toca "temas de rabiosa actualidad", el dibujante se encuentra con un problema pues su trabajo pasa enseguida de moda y envejece, pero eso no evita que Ibáñez salpique sus viñetas con personajes reconocibles, como en este caso Obama o Rajoy, "para dar un toque de actualidad al lector y que crea que acaba de recoger una lechuga del huerto".

Sin embargo, añade que si se pusiera a hacer un libro "con el lío del PSOE el lector diría dentro de cuatro meses que ya no se acuerda de lo que pasó".

Una excepción menciona Ibáñez: "Cuando hice el álbum del tesorero -en referencia a Bárcenas- pensé que como el caso estaba en los tribunales, duraría mucho tiempo, y hoy se sigue vendiendo".

Confiesa Ibáñez que no hizo Mortadelo y Filemón "como críticos sociales, eran dos personajitos que tocaban temas generales y lo importante era el gag continuado". El modelo es, precisa, "aquellas peliculitas de Jaimito, de Harold Lloyd, en las que cada dos minutos había un nuevo gag y eso hacía reír".

El tema del pluriempleo que Ibáñez aborda en Sueldecitos más bien bajitos remite a los actuales "minijobs" que tanto sufre la juventud, pero también a la situación que vivían los trabajadores en la España de los años 50, cuando nacieron Mortadelo y Filemón.

"Yo estuve trabajando un tiempo en un banco en el año 50 como botones y me escapaba al mediodía y por la noche para sentarme al tablero y dibujar historietas, y no tenía vacaciones y lo doy por bien empleado, incluso ahora, porque a mí no me gusta la petanca y me sigo divirtiendo con los personajes", revela.

Siente Ibáñez que con 80 años ya está en la "estación termini, pero mientras sigas aquí, pues a seguir trabajando".

Ha habido momentos en los que hacía hasta seis álbumes por año, apunta el historietista: "En nuestra profesión hacer 3-4 páginas a la semana era lo normal, hacer 10 era una heroicidad, 15 una locura, y yo llegué a hacer 20 por semana. Ahora hago menos porque la mano, la cabeza y los ojos no responden igual que con 40 años, y aunque hago menos producción, sigo trabajando las mismas horas".

Incansable a sus 80 años, Ibáñez ya hace dos meses que acabó Sueldecitos más bien bajitos y como es habitual "cuando acabo un libro ya estoy pensando en el siguiente".

De hecho ahora ya ha acabado otro álbum en el que aborda el tema de los hipermercados y las grandes superficies comerciales, en este caso en uno de esos pueblos de castizo abolengo y topónimo impronunciable a que tiene acostumbrados a sus lectores.

Ibáñez ha tenido palabras de agradecimiento para el escritor Javier Pérez Andújar, quien en el último pregón de las fiestas de la Mercè de Barcelona se acordó de los historietistas que marcaron su educación sentimental y cultural.

"Gracias, Andújar, por acordarte de nosotros", porque antes, cuando había tantos historietistas como Jan, Peñarroya, Cifré, Conti, Escobar, Raf, "nadie nos hacía caso".

Asegura Ibáñez que le gustaría recuperar a otros personajes suyos como Rompetechos, Pepe Gotera y Otilio, o la 13, Rue del Percebe, pero "llegó un momento en que Mortadelo y Filemón gustaron más y más y tuve que abandonar a los otros porque todo no se puede hacer".

Si hubiera podido, le habría encantado dibujar alguno de los personajes de sus maestros predecesores, el Carioco de Conti, el Tribulete de Cifré, la Familia Pío de Peñarroya.

Lo que sí es seguro es que no habría querido trabajar en una tira diaria en un periódico. "Nunca me tentó porque es muy esclavo".

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