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La cumbia se mezcla con ácido

Nace Chico Trópico, un festival de música alegre y experimental

JESÚS ROCAMORA

Cumbia lunática, psicodelia chamánica, electrónica con vinagre destilado. La tapa de los sesos se abre y el contenido se dispara como una lata de refresco agitada a la hora de definir algunas de las propuestas musicales que llegan desde Latinoamerica y que parten de lo popular para elevarse a otros universos. Decía la revista In-rockuptibles que si una nave espacial aterrizara en un pueblo remoto de Argentina (Curuzu Cuatiá: 30.000 habitantes y una siesta oficial que dura de las 12 a 5 de la tarde), los extraterrestres terminarían enamorándose de la cumbia y haciendo el folk astral que practican los Síquicos Litoraleños. Ellos son parte del menú que este viernes se da cita en el festival Chico Trópico en Casa de América (Madrid), que busca ser reflejo de los 'caminos zurdos del tropicalismo', de esos experimentos hechos a base de concentrado de baile, trance, tomate y ácido de una escena vibrante que no costaría hoy emparentar con el estallido selvático del tropicalismo de finales de los sesenta. Centrado en su primera edición en la cumbia (música popular presente en gran parte del continente, de México a Argentina, de Colombia a Perú), completan el cartel de Chico Trópico el maestro Dick El Demasiado y el colectivo Sonido Changorama.

Aviso: a todos les une, además del gusto por la cumbia rara, un sentido del humor absurdo, una debilidad por el caos escénico y la intención de ponérselo difícil a los etiquetadores de géneros y estilos. De entrada, ¿no es difícil hablar de música popular (dirigida a todo el mundo) con vocación experimental (dirigida y digerida por un oyente especializado)? ¿Es posible una vanguardia popular? 'Yo experimento en todo: desde el bolígrafo hasta el pasaporte', avisa a Público Dick El Demasiado. 'Sé que cumbia experimental es una paradoja, como un desierto mojado. Justamente creé una categoría imposible pero ya se puede ver cómo, a pesar de las contradicciones, ha tomado vida por todos lados'. Gracias a internet, la apuesta de este holandés con patria en Argentina se ha extendido como una infección por el planeta.

Dick El Demasiado: 'El fin de mi música es una alegría que no te suelta'

¿Es la alegría la finalidad de esta música? 'Persigo la alegría pero como algo pesado, como un imán que no te suelta, que tienes ahí, pegado a tu pierna cuando te quieres ir. Una alegría que no sabes qué hacer con ella', reconoce Dick. En aquel pueblo argentino de Curuzu Cuatiá, decíamos, empezaron a ensayar los Síquicos Litoraleños en 'fiestas chamameceras del campo'. Además de matar el tiempo con su banda, suelen dar apoyo a Dick en sus directos. Para los Síquicos, la cumbia tiene algo que invita al trance: 'Cada música tiene lo suyo. La cumbia tiene ese aire alegre que invita a descontracturarse. El pum pum de la cumbia coloca rápidamente', aseguran. Si Dick apuesta por la electrónica, lo de los Síquicos es una psicodelia más orgánica y en baja fidelidad, pero igualmente densa y florida.

El caso de los mexicanos Sonido Changorama es el colmo: riegan su 'cumbia insurgente' con mensajes de radio, teles y diarios mexicanos, además de 'pulpa de remolacha deshidratada y cebolla en polvo'. Para ellos, liarla en el escenario es fundamental para empatizar, llegar a un 'berrinche performático'. Aunque Dick huye de la palabra 'espectáculo', asegura : 'nos permitimos la arrogancia de decir: lo que hacemos está para serrucharle los archivos del alma. Vénganse al gusano, que el anzuelo es de oro'. Y lanza una idea: 'Juntar la jota aragonesa, la de Buñuel, con la cumbia. Sería como un cortocircuito con los pies mojados'. Habrá que oírlo.

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