Este artículo se publicó hace 14 años.
Daniel Alarcón pone oído a los rechazados
Los relatos del autor peruano descubren un mundo feroz
Estos cuentos son la resaca de los últimos años del mandato de George W. Bush. Daniel Alarcón tiene oído para los márgenes y ha sido reconocido por el mercado estadounidense como la joven promesa latinoamericana. Ahora vuelve con nueve relatos sobre las preocupaciones que sintió a lo largo de aquellos ocho años y dos guerras, "tan duros, tan tristes".
El conjunto se ha titulado El rey siempre está por encima del pueblo (Alfaguara) y plantea temas favoritos, como el sometimiento, la renuncia, la marginalidad o las consecuencias de un mundo deshumanizado libre de reglas.
Después de su despampanante presentación con Radio Ciudad Perdida, ganadora en 2008 del premio PEN USA a la mejor novela del año al tratar un país roto tocado por la guerra, regresa con un libro que sube al escenario una galería de supervivientes que, a pesar del desamparo en el que les ha tocado convivir, mantienen como pueden destellos de dignidad.
"Los latinos y los árabes somos los chivos expiatorios de moda"
Sin embargo, a pesar de la carga que suena al fondo, no piensa que sus cuentos sean tristes o deprimentes: "La verdad es que me divierto tanto escribiéndolos que me niego a pensar que puedan ser tristes. Mis personajes son mis amigos, y a los amigos siempre se les escucha, en las buenas y en las malas, y se les ofrece, en lo posible, un poquito de esperanza. Si lo que tienen que contarme es una historia dura, pues los escucho calladito".
Daniel Alarcón (Lima, 1977) mezcla lo que sabe y lo que inventa: "Valoro mi privacidad y por eso rara vez escribo memorias, pero nunca dudo en usar lo que la vida me ha enseñado para comprender una situación o un personaje en crisis". Por eso asegura tener más en cuenta la credibilidad que la verdad.
El amante homosexual del presidente Lincoln narra un cuento ambientado en un momento histórico inventado, en el que casi roza la ciencia ficción. "Mi primer amor es la ficción, es decir, la mentira bien contada. El mayor reto de un escritor es seducir al lector, que se olvide de la realidad que conoce, y que se hunda en la que tú narras", cuenta.
"Soy el más gringo de los gringos: un hijo de inmigrantes"
Ficción e ideologíaAclara que su compromiso, más que con lo que le rodea, es con su trabajo: "Es con mis personajes, con la prosa, con la historia". Tampoco renuncia a que sus preocupaciones políticas terminen formando parte del ambiente, de las obsesiones. "Pero no escribo ficción desde una ideología. Ni siquiera sabría hacerlo y la única ideología que tengo es el espanto", concluye.
Lo absurdo y cotidiano, una base de esperpento, un país agresivo, sin líderes ni rumbo, entregados a su capacidad bélica, como sucede en el texto Los Miles. Alarcón aprovecha su condición de peruano en EEUU desde los tres años de edad para acercarse a la inmigración.
"Soy el más gringo de los gringos: un hijo de inmigrantes. Es un privilegio serlo, porque soy partícipe de conversaciones culturales paralelas", dice y asegura que en la actualidad la crisis económica ha empeorado la situación del inmigrante en EEUU. "Los latinos y los árabes somos los chivos expiatorios de moda", adfirma.
Sólo uno de los relatos, El presidente Lincoln ha muerto, se construye con un tiempo verbal en presente. El resto, en pasado. Nostalgia y melancolía. "Lo que pasa es que el pasado es bastante ágil. Te permite mucho juego, te da mucho espacio y para textos más elaborados, sin duda, facilita la narración. Pero todo es bastante intuitivo, uno no sabe por qué lo hace", quizás el subconsciente.
Es un escritor que mira para adelante, que entra y sale de proyectos constantemente, que se atreve a dedicarle más de cuatro años a una novela que no cierra: "Pensé que iba a terminar este año, hasta me había puesto una fecha, antes del Mundial, para poder ver fútbol el mes completo sin sentirme culpable. No llegué. Me faltan unos meses, pero lo importante es escribir un libro del que sentirme satisfecho. La novela que parece imposible de escribir al inicio es la única que vale la pena intentar. Si ya sabes cómo hacerlo, cómo va a terminar, ¿para qué hacerlo?".
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