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"Nada sin Fernando"

Fernando VII volvió a España para restaurar el absolutismo y abolir las reformas liberales de las Cortes de Cádiz. ‘El Deseado'acabó por convertirse en el ‘Rey Felón'. 

ANTONIO J. MARTÍNEZ

'Nulos y de ningún valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiesen pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo'. Con estas palabras, Fernando VII inició un retorno al pasado reciente, elminando mediante decreto todo el aparato estatal desarrollado en su ausencia por las Cortes de Cádiz. El regreso al absolutismo era un hecho. Toda la experiencia liberal se venía abajo. Mientras, el pueblo aclamaba el regreso de El Deseado.

Ante la inminente derrota, el 11 de diciembre de 1813, Napoleón renunció a lo dispuesto años antes en Bayona y devolvió a Fernando la corona. Desde ese momento, los absolutistas, sobrepasados por los acontecimientos que dieron lugar a la Constitución gaditana, comenzaron a preparar el retorno del rey.

El propio Fernando tomó personalmente el pulso a la situación del país a su regreso. Desde su entrada en España el 22 de marzo, clérigos y nobles, sectores del ejército, consejeros de la Corte y diputados absolutistas mostraron sus apoyos al monarca. En su camino a Madrid -cuyo trazado había sido desarrollado por las Cortes-, el rey decidió cambiar de rumbo y, desde Zaragoza, se dirigió a Valencia, donde llegó el 16 de abril. Allí recibió el último apoyo que le condujo a restaurar su trono sin necesidad de apoyarse en la Constitución de Cádiz. Sesenta y nueve diputados le entregaron el denominado Manifiesto de los Persas en el que apelaron 'a la tradición' y desacreditaban la labor de las Cortes.

El 10 de mayo de 1814, el nuevo rey, ya como Fernando VII, disolvió las Cortes y ordenó las detenciones de los diputados liberales. Toda su obra fue condenada por 'ilegítima y usurpadora del poder real'. Así, el día 13, Fernando entró en Madrid, donde fue aclamado como rey. El pueblo, exaltado con su regreso, le recibió entre aplausos, vítores y gritos de 'Nada sin Fernando'.

Retorno al pasado

Asentado en el poder, el regreso de Fernando VII supuso un auténtico retorno al pasado. El Estado retrocedió hasta 1808 restableciendo todos los principios del Antiguo Régimen. Apoyado en el concepto de monarquía por derecho divino, se refundaron las secretarías, aumentó el poder del rey y se recuperaron las capitanías generales, los ayuntamientos, los corregidores y los alcaldes mayores. Además, eliminando cualquier cambio que se produjera durante la Guerra, se reestablecieron los antiguos privilegios, se suspendió la labor desamortizadora y hasta se recuperó el sistema gremial y el régimen señorial.

Pese a todo ello, había una diferencia insalvable con respecto a 1808. Entonces se tenía miedo a una posible extensión de las ideas desarrolladas en la Revolución Francesa. Ahora, el miedo se había transformado en una realidad. Para cerrar el paréntesis, Fernando VII optó por la represión intransigente frente a todo lo que estuviera relacionado con lo dispuesto durante la Guerra. A través de la creación del llamado 'delito político' se inició una persecución indiscriminada que afectó tanto a liberales como a afrancesados.

La ira del ‘Rey Felón'

En primer lugar, los liberales sufrieron con mayor dureza la ira de Fernando VII. El rey consideraba que habían querido usurpar su reinado. La mayor parte de los que intervinieron en Cádiz fueron condenados a prisión con penas que variaban entre los seis y los diez años. La clandestinidad fue el marco en el que las ideas liberales se moverían desde este momento, y el pronunciamiento su única forma de intentar cambiar la situación.

Por su parte, los afrancesados, designados con desprecio como 'colaboracionistas', fueron desterrados. Según el historiador López Tabar, unas 12.000 familias se vieron obligadas a marcharse del país. Para los que se quedaron les esperaba la vigilancia, la depuración de sus empleos y la inhabilitación. Fernando, con el tiempo, acabó siendo Rey Felón, aquel que prometió respetar 'lo dicho en Cádiz' y que supo tener muy cerca a sus enemigos para traicionarlos. Una vez en el poder, eliminó cualquier referencia a lo ocurrido entre1808 a 1814. Como si nada hubiera pasado.

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