Este artículo se publicó hace 16 años.
«Ser castrista hoy es ser conservador»
Suena un móvil. La fotógrafa apura su trabajo. No hay mucho tiempo para la entrevista y hay que darse prisa. Sin embargo, el premio Cervantes Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931), que tiene que comenzar a firmar en pocos minutos su último libro (La casa de Dostoievsky, Premio Iberoamericano de narrativa Planeta-Casamérica 2008) es pura parsimonia. Mira su móvil. "Disculpen, es que espero una llamada importante", se explica. Acaban las fotos. Papel, bolígrafo. Rec.
Así comienza esta entrevista. Casi a trompicones. Sin embargo, una vez acomodado ante un café, Edwards impone la calma en sus respuestas y pronto todo lo externo a su libro y sus experiencias queda al margen. La memoria empieza a viajar y, así llega a la primera parada: ese metaliterario Santiago de Chile de los años 50 que recrea en las primeras páginas de su galardonada novela.
Contra Neruda
"Es un Santiago hoy ya desaparecido. Por ejemplo, esa Casa de Dostoiesvky la derribaron; sin embargo, todo aquel ambiente de escritores y poetas sí existió y yo lo conocí", cuenta a modo de introducción.
Incluso abunda en los detalles de quién pudo ser en la realidad el personaje protagonista de su historia: Enrique Lihn, un poeta que gozó de la etiqueta de maldito y que hoy, según Edwards está muy de moda entre los jóvenes escritores chilenos. "Es una especie de reacción contra la ubicua presencia de Pablo Neruda", apunta el escritor.
Ese ambiente de letras, de jóvenes que aspiran a cambiar el mundo a través de sus versos remite irremediablemente a la obra de otro chileno en camino de convertirse en icono: Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño. A Edwards le agrada la comparación. "Yo fui una de las personas que le dio a conocer en Barcelona, ya que, precisamente, le presenté ese libro", confiesa.
De Santiago, la novela salta al literario París de los Cortázar y Onetti y de ahí vuela a la Cuba prerrevolucionaria, una época que Edwards conoció bastante bien.
En este sentido, algunas voces han puesto a este diplomático en tiempos de Salvador Allende y que incluso coqueteó con el comunismo, en una situación muy cercana a la de Mario Vargas Llosa. De la izquierda a la derecha sin intermedios.
Pero Jorge Edwards, en este punto, se defiende: "Yo no me he vuelto conservador. Soy bastante libertario. Lo que ocurre es que ser castrista ahora es ser conservador, ya que su revolución es vieja, antigua. De todas maneras, si uno cambia es porque la izquierda también se ha anquilosado".
La Transición chilena
El escritor chileno se siente cómodo en el discurso político. No rehuye ningún dardo y ofrece su propia opinión sobre la actual presidenta de Chile y la izquierda de su país. "Michelle Bachelet, a la que yo he votado, es el resultado de la experiencia de Allende más una moderación posterior", describe el escritor, que, además, entiende que Chile sí ha pasado ya su Transición.
El café ya está casi terminado. Bien, todavía quedan dos balas por disparar: ¿Por qué presentarse a un premio de Planeta si uno ya ha ganado el Cervantes? No hay mirada contrariada. "Me lo propuso Carmen Balcells, y bueno, creo que para la promoción del libro viene bien", resume.
El remate final: ¿Quedan ganas de escribir cuando se consigue el Oscar de las letras en español? "Mantener el estímulo es lo más difícil, pero yo tengo muchos proyectos. Claro que un premio ayuda a mantener esas ganas", reconoce. Seguro.
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