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Martín Cuenca cuenta un amor trágico con el silencio del desierto

El director estrena 'La mitad de Óscar', un filme que camina hacia la radicalización de la desnudez cinematográfica

SARA BRITO

La mitad de Óscar es un atrevimiento, sólo que la osadía de Manuel Martín Cuenca (Almería, 1964) circula en sentido contrario al de las autopistas de la estridencia. 'Hay un rechazo a una determinada forma de espectáculo, a esa voluntad de convertir la realidad en un show. En esta película intento alejarme de ese ruido, que se da también en la política. Más que un asunto técnico es ideológico', confiesa a Público el cineasta, cuyo filme se estrena el próximo viernes después de haber pasado por los festivales de Gijón, Toronto o Miami, donde acaba de ser premiado.

En efecto, contar una historia de amor imposible y socialmente reprobado, desde la desnudez y no desde el escándalo y el melodrama, es un gesto de pura actitud político-estética. 'Quise evitar la pornografía emocional para intentar comprender qué les ocurre a los personajes desde la distancia, sin emitir juicios', asegura.

'En la película rechazo la pornografía emocional'

Para ello, el director de La flaqueza del bolchevique da pasos rotundos hacia la desnudez narrativa. No hay música en La mitad de Óscar, aunque sí un peso rotundo del sonido. Apenas dialogan los personajes, porque el cineasta pretendía contar la tragedia a través de los silencios. 'Es una película en la que he intentado huir del artificio, para que sea transparente y a la vez misteriosa y ambigua, porque la vida es así', dice.

La mitad de Óscar nos introduce en la vida rutinaria de un joven que trabaja de vigilante en unas salinas de Almería. Óscar (Rodrigo Sáenz de Heredia) hace todos los días exactamente lo mismo: va al trabajo, almuerza con un antiguo vigilante que le lleva la comida en una bici, y regresa en autobús cada tarde a casa, sin que le espere nadie, sólo un contestador vacío. Hasta que un día su abuelo enferma, y aparece su hermana (Verónica Echegui), a quien no ve desde hace años.

'A partir del paisaje surgió la construcción de los personajes'

Trabajar con pocos materiales y que sean estos nobles. Esa era la premisa bajo la que el director puso rumbo al sur el año pasado, y acompañado de un equipo reducido y un presupuesto ínfimo, rodó su cuarta ficción como director. 'El paisaje es esencial en este filme. Almería es un espacio mítico, de western, un espacio de frontera, que encaja con esta historia de amor fronteriza. A partir del paisaje surgió la construcción de la historia de los personajes'.

La luz de una Almería invernal aportó a Martín Cuenca el color trágico y esencial de la película. En La mitad de Óscar el silencio entre los dos hermanos cuenta tanto sobre sus sentimientos y su pasado como el desgarrador paseo que emprende Echegui en el epicentro del filme. El viento que le golpea y el paisaje seco y áspero son todo lo que necesita Martín Cuenca para desarmar al espectador.

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