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Recuperar la música del pueblo

El legendario Roger McGuinn rescata canciones folk y las cuelga en Internet.

PATRICIA GODES

“En noviembre de 1995 puse en marcha un proyecto para preservar la música que más me gusta, el folk. Cada mes, grabaría una canción, copiaría las letras y los acordes, añadiría un comentario personal y lo subiría todo a mi página web, mcguinn.com. Las descargas serían gratuitas, porque quería que todo el mundo pudiese aprenderse aquellas canciones para cantarlas con sus familiares y amigos”. Así presenta Roger McGuinn su Folk Den, El Refugio del Folk o La Guarida del Folk. El antiguo líder de los Byrds lograba conciliar una vez más la tradición con los avances tecnológicos.

McGuinn pretendía dar nueva vida al proceso a través del cual se han creado las canciones folk. Un autor anónimo inventa una tonada y quién la oye y le gusta, la aprende y la canta, pero sustituye con notas y frases de su invención lo que su memoria no ha sido capaz de guardar. El proceso se repite con cada oyente y así nace una obra colectiva que no es de nadie y es de todos.

Sin copyright
Los folcloristas y musicólogos están convencidos de que es así. Este proceso –que posiblemente haya coexistido con la obra individual de autores olvidados– fue interrumpido por la defensa a ultranza de la propiedad intelectual y la especulación con los derechos de autor. La generalización del disco le dio la puntilla.

Con la intención de volver a ponerlo en marcha, McGuinn lleva 12 años recopilando y documentando canciones de todos los orígenes y temáticas: 36 canciones de amor, 33 canciones de marineros, 19 blues y 11 canciones de vaqueros, hay canciones infantiles y canciones humorísticas… Cada efemérides se celebra en el Folk Den con alguna canción apropiada, lo mismo que el Año Nuevo, las fiestas religiosas o los cambios de estaciones.

Suele interpretar los viejos temas con su celebre guitarra de 12 cuerdas y con su banjo de cinco cuerdas. Muchas de las interpretaciones son impresionantes: Wild Mountain Time, Spanish is the Loving Tongue o All my Trials, entre otras. También ha revisado viejas canciones que habían formado parte del repertorio de los Byrds, como Ol’ Blue, I Am a Pilgrim o Old Riley, y es capaz de convertir en algo emocionante cosas tan sobadas como Auld lang Syne y Red River Valley.

Pionero McGuinn

En los años 60, como pionero del folk-rock, McGuinn fue uno de los primeros que se atrevieron a interpretar las canciones tradicionales con instrumentos eléctricos. Una aventura que hizo cambiar la vida y la música de mucha gente, el primero y principal Bob Dylan. De hecho –exceptuando el metal y la música extrema–, lo que actualmente se llama rock sigue siendo un hijuelo descafeinado de folk-rock.

Al igual que tantos adolescentes de la posguerra del 45, McGuinn había crecido escuchando las viejas canciones en fiestas y reuniones, mientras la radio y el cine y la primera televisión le ponían en contacto con otras músicas, casi todas procedentes de tradición negra. El progreso científico y la conquista del espacio eran temas en boga durante sus años de formación, y durante toda su carrera musical, McGuinn ha compaginado el folk con las canciones sobre vuelos supersónicos, astronautas y viajes en el tiempo. Su pasión por las nuevas tecnologías le llevó a romper moldes una vez más cuando en 1967 utilizó el sintetizador Moog en cinco canciones del álbum Notorious Byrd Brother.

No es extraño por tanto que se volcase en Internet en fecha tan temprana como 1995. El Folk Den cuenta con el patrocinio de la Universidad de Carolina del Norte y mp3.com se ofreció a difundir las canciones. Más recientemente se les ha unido iTunes. Las canciones pueden oírse on line o directamente bajarse al disco duro. Hasta el momento se han editado cinco álbumes con los tesoros musicales desenterrados por McGuinn.

McGuinn, testigo a favor de Napster

Roger McGuinn no sólo es generoso con las canciones de autores desconocidos del pasado. Como buen progresista,  fue uno de los testigos del caso Napster ante el Comité Judicial del Senado Americano en julio de 2000. Su declaración trató de cómo, excepción hecha de  algún modesto avance de unos pocos miles de dólares, Columbia no había pagado nunca ‘royalties’ por las ventas de los 15 álbumes de los Byrds que había editado a pesar de que se incluían dos ‘singles’ de número 1. Según el guitarrista, este éxito comercial sólo les había servido para conseguir conciertos que durante sus 40 años de carrera musical habían constituido su principal fuente de recursos.

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