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"No sé si he entrado en una iglesia o en un lavabo"

Amor e inteligencia se dan la mano en el último poemario de Joan Margarit, que prescinde de los adornos narrativos para afrontar el miedo y el paso del tiempo

LÍDIA PENELO

La dignidad se encuentra en un lugar que no está lejos, ni es difícil de alcanzar, al menos para Joan Margarit (Sanaüja, Lleida, 1938). Su nuevo poemario, despojado de adornos, pone las cartas encima de la mesa. Con No era lluny ni difícil (No era ni lejos ni difícil), editado en catalán por Proa, el poeta, arquitecto y catedrático catalán termina un viaje literario y vital que comenzó con Cálculos de estructuras y siguió con Casa de misericordia y Misteriosamente feliz (Premio Nacional de Poesía 2008).

Sus nuevos versos cuentan que hay un momento en la vida en que uno tiene que tomar una decisión seria y que esa pasa por dos caminos: el del miedo y el del amor. 'Todo empieza con el dolor, pero no se gestiona, lo único que puedes hacer con él es esperar a que desemboque en un sentimiento complicado como la tristeza', argumenta Margarit mientras bebe un té con ron.

'Un viejo sólo es una persona que tiene más pasado que futuro'

Margarit dice que la proximidad de la muerte le ha dado nuevas respuestas sobre la vida: 'Uno de los trucos del mal camino es hacerte pasar por joven. No entiendo esa tentación de dar más valor a la juventud, ser joven es una circunstancia. La palabra viejo incomoda, pero un viejo no es un enfermo, sólo es una persona que tiene más pasado que futuro'.

El sentido común es una de sus herramientas, la insensatez no le va. Prefiere el orden y la disciplina del hortelano. Una filosofía que le aporta satisfacciones, como el poema Murs de pedra en sec, 'que hace años que perseguía'.

El escritor dice que el amor es la mejor manera de alcanzar la dignidad

Un verso de Gil de Biedma 'Yo nací (perdonadme) en la edad de la pérgola y el tenis' introduce otro de sus poemas. Una excusa para que Margarit señale que este ya no es su tiempo: 'Yo también soy de la época de la pérgola, pero no estaba debajo, sino del otro lado, recogiendo las pelotas'.

El poeta asegura que con este poemario ha cerrado un ciclo para empezar otro. Lo que no tiene claro aún es cómo es este nuevo espacio. 'Acabo de entrar en un lugar pero todavía está a oscuras. No sé si he entrado en una iglesia o un lavabo'.

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