Este artículo se publicó hace 11 años.
El Prado abrillanta 'El Expolio de Cristo', obra clave de El Greco
El cuadro, procedente de la catedral de Toledo, ha sido restaurado con motivo de los actos conmemorativos del IV centenario de la muerte del artista
Máxima expectación. Camarógrafos, fotógrafos, plumillas, restauradores, personalidades públicas y hasta una comitiva eclesial se dan cita en la sala 9 B del Museo del Prado. Frente a ellos pero a cuatro siglos de distancia, un Cristo de mirada esquiva y túnica purpúrea les da la bienvenida. La ocasión lo merece. Se presenta en sociedad la restauración de El Expolio de Cristo, obra clave del pintor Doménikos Theotokópoulos, El Greco.
"El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres", sermonea Juan Sánchez, deán de la catedral de Toledo, de cuya sacristía salió el retablo poco antes del verano para su tratamiento en los talleres de restauración del Prado. "Estamos alegres —prosigue gozoso el prelado— de que este hermoso cuadro pueda volver a nuestra prístina sacristía, que será la más bella de toda España y de otros lugares". Antes de que así sea, la lustrosa obra permanecerá expuesta, previsiblemente hasta diciembre, junto al resto de la colección permanente del pintor cretense.
La trayectoria creativa de El Greco "es espectacular y desconcertante a partes iguales"La restauración de El expolio se ha llevado a cabo con motivo de los actos conmemorativos del IV centenario de la muerte del artista organizados por la Fundación El Greco 2014. Un autor cuya trayectoria creativa, en palabras de Leticia Ruiz, jefa del Departamento de Conservación del museo, "es espectacular y desconcertante a partes iguales, solo comparable con la de Picasso". Un periplo no exento de dificultades que le llevó de su Creta natal a Venecia y Roma, de donde tuvo que emigrar en busca de reconocimiento a Toledo, lugar en el que "tuvo la oportunidad de demostrar que era un pintor que dominaba la técnica veneciana y el óleo sobre lienzo. Recuperó la riqueza y suntuosidad del color veneciano con una idea de composición que se vincula con el mundo bizantino del que procedía", explica Ruiz.
Demasiado innovador quizá para el entonces cabildo catedralicio, el deán Diego de Castilla, quien, lejos del regocijo mostrado por el actual, no dudó en regatear su precio al considerar, como demuestran documentos de la época, teológicamente inaceptable que las cabezas de la escolta sobrepasaran la de Cristo o el hecho de que las tres Marías que aparecen en la esquina inferior izquierda estuvieran tan próximas al protagonista. Así, de los 900 ducados que llegó a pedir el artista, le acabaron pagando 382, exigua recompensa para una obra que, como explica el restaurador Rafael Alonso, con 86 obras de El Greco a sus espaldas, supone "toda una lección del manejo de la técnica pictórica".
"Se ha recuperado el equilibrio de las luces y las sombras, mejorando la composición"Según Alonso, la obra se encontraba en un estado de conservación "excepcional". El montaje del lienzo que realizó el cretense ha ayudado a preservar la obra de inclemencias. Además, el hecho de que siempre se haya mantenido en el mismo ambiente ha hecho innecesarias intervenciones que hubieran perjudicado el relieve y la calidad de las pinturas originales. Con todo, el paso del tiempo siempre deja huella y la suciedad y el deterioro del barnizado han terminado por amortiguar los colores, dándole a la cuadro un aspecto plano, lejos de la expresividad e intensidad cromática con que fue concebido. Por ello, y pese al buen estado general de la pieza, "ha sido necesario —recuerda el restaurador— llevar a cabo una limpieza que ha permitido recuperar el equilibrio de las luces y las sombras, mejorando las relaciones espaciales y, con ello, la visión global de la composición".
Consideraciones técnicas al margen, no cabe duda de que la restauración ha sido todo un éxito, al menos por lo que respecta a los históricos custodios del retablo, cuyo jubiloso deán zanja su intervención dando las gracias a la pinacoteca y reiterando su alborozo: "En nombre del arzobispo primado estamos muy alegres". Alegría compartida por los presentes, en especial por uno de sus canónigos, que risueño se afana en capturar los tres metros de calvario cristiano a través de la pantalla del móvil.
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