Este artículo se publicó hace 2 años.
Robert Guediguian: "La revolución tiene que nacer en la alegría"
El prestigioso cineasta francés viaja a Bamako al año 1962, en 'Mali Twist', donde denuncia las consecuencias en África del colonialismo europeo, reflexiona sobre la responsabilidad en los conflictos armados y señala los errores de la izquierda.
Madrid-
Una de las imágenes más conocidas del fotógrafo maliense Malick Sidibé muestra a dos jóvenes bailando felizmente, él, con un traje blanco y ella, descalza. La explosión de vitalidad que desprende la pareja fascinó al cineasta Robert Guediguian, que, embrujado por ello y hondamente preocupado por la actual situación que vive Mali hoy, inventó la historia de un joven idealista que, con la recién estrenada independencia, quiere crear un estado socialista en su país, mientras baila el twist y el rock'roll.
En Mali Twist, Guediguian echa la vista atrás, a 1962, y a través de la historia de este joven revolucionario y de la mujer a la que ama -Samba y Lara-, repasa las consecuencias del colonialismo europeo en África y exige una reflexión sobre la responsabilidad en los conflictos armados, la quiebra de los Derechos Humanos y la pobreza que sufren algunos países del continente en la actualidad.
Mali vive una situación de violencia constante y agresión a la población civil, tras los golpes de estado de 2020 y el más reciente de mayo de 2021, con fuerzas francesas desplegadas en el país, incapaces de detener a los grupos yihadistas.
Stéphane Bak y Alice Da Luz protagonizan esta historia, escrita por Guediguian junto a Gilles Taurand, en la que el cineasta pretende encarnar lo que él llama un "momento comunista", de celebración de la revolución, y con la que denuncia los errores de la izquierda, entre ellos el de considerar a la música, a la cultura occidental, como parte de la ideología contrarrevolucionaria.
¿Cuál fue el papel del colonialismo europeo?
Creo que hay que acordarse de esto constantemente. El colonialismo no tuvo ninguna calidad y existe aún. Había mucha gente que piensa como yo, que es un crimen de lesa humanidad, y todavía hay gente que se atreve a decir que hemos llevado elementos de civilización a jóvenes que carecían de ello. Es horrible pensar eso, porque es lo más racista del mundo.
Ahí es donde nace el racismo, considerar que esas personas eran inferiores a nosotros. Es odioso y creo que hay que luchar contra ello, es un combate permanente, porque siempre habrá gente que lo piense, siempre habrá racistas.
La situación de Mali hoy es responsabilidad de Europa, ¿es importante que la gente de la cultura exija respuestas a esa responsabilidad?
Desde luego, creo que es uno de los elementos, el elemento fuerte, porque una película, por ejemplo, pasa por la emoción. Yo creo que se enseña más a través de la emoción y se aprende con más ganas y con más humanismo que cuando dices las cosas teóricamente o políticamente. A veces una palabra que llevas dentro, a través de los actores, mueve más las conciencias que muchos discursos. Pero también hacen falta discursos y medidas democráticas.
¿Es posible aún hoy la revolución?
Yo no pensaba así hace treinta años, pero hoy creo en momentos revolucionarios, en que hay que tomarlos en el instante tal como son y conservar la exaltación y la alegría que aportan. Y que debemos permanentemente intentar reproducirlos.
Yo los llamo momentos comunistas. Son momentos y como tales, desaparecen, y por eso siempre hay que fabricar otros nuevos. Es una lucha constante, hay que reconstituir constantemente el comunismo. Es lo común de las cosas que nos unen. Hace treinta años pensaba que la revolución podía ser algo definitivo, pero ahora ya no me lo creo.
¿Cuál es la situación hoy de los Derechos Humanos en Mali?
Es horrible, realmente. Hay diferentes grupos que son bandidos, no hay nada de político ni nada de religioso, solo son soldados que se quieren aprovechar de los territorios. En Occidente se llamaría guerra civil, en Bamako, por ejemplo, solo hay corrupción, militares en el poder, nunca sabes lo que ocurre, un golpe de estado… cualquier cosa. Y el pueblo ahora está sufriendo muchísimo en Mali.
En Europa hay mucha condescendencia con la gente joven, pero usted cuenta el cambio en la película a través de dos jóvenes. ¿El cambio vendrá de su mano?
Por definición, yo no voy a cambiar el mundo ya a mi edad, es demasiado tarde. Siempre hay que tener esperanza en la juventud. En este momento, en Occidente la juventud vuelve a hacer algo, ya se están cansando de lo que se creía en los ochenta. En el individualismo, el cambio climático… son muy activos, incluso los niños de diez años son muy activos en esta cuestión.
Hay que ser optimista, de vez en cuando las cosas van bien. Podemos pensar que quizá dentro de unos años esto se estructure y se convierta en una nueva fuerza política que no conocemos aún hoy. Y se opondrá al mundo de hoy y al capitalismo global. Van a encontrar una forma.
¿La izquierda occidental ha superado el lastre de criminalizar la música y cultura imperialista?
Yo creo que ya sí, ya está superado, hemos ido un poco más lejos, pero todavía queda en la izquierda una idea de que el socialismo es parte del esfuerzo, de la razón, del trabajo, de las personas serias, tienes que construir algo…. En las cabezas de la izquierda, el capitalismo es más divertido. Esa imagen ha quedado, todavía existe hoy, la visión de EEUU y de la URSS de aquella época, aún hoy hay países del Este donde todo es marrón y ocre, no tienen color. La revolución tiene que nacer en la alegría.
¿Por eso la película es tan luminosa?
Sí, por eso, desde luego.
La situación de la mujer es terrorífica… ¿es fundamental insistir e insistir sobre ello para encontrar soluciones?
Por supuesto. Aquí también el movimiento revolucionario de la época, de los ochenta, estaba el Ministerio de la Comisión Femenina. Creo que ha sido un error en los movimientos de izquierda del mundo hacer jerarquías. Creo que hay que llevar todos los combates a la vez. Incluso la ecología. Siempre se dice que lo importante es el nivel económico y social, y la ecología, el feminismo, la cultura, los asuntos religiosos pasan a segundo plano. Eso es completamente falso y es un error.
¿Cómo hizo las escenas de la música y de baile?
Yo enseñé a bailar a todos. La primera vez fue en las oficinas del productor en París, con Ariane, empujamos las mesas para enseñarles cómo se bailaban el twist y el rock’roll con la música de la película, luego los actores fueron a clases, dos o tres veces a la semana durante unos seis meses. Eso para los actores principales. La actriz más joven, la hermana pequeña, sabía bailar, no había ningún problema, pero otros no habían bailado nunca esto, porque es muy antiguo para ellos.
Los jóvenes hoy no bailan eso. Lo que estaba genial eran los extras, los figurantes. Encontramos clubes donde se bailaba todavía, eran unos locos desenfrenados. Si te fijas, lo han adaptado, no bailan como se bailaba en Europa o en EEUU. Bailaron noches enteras y a las 5 de la mañana bailaban igual que a las 9 de la mañana cuando empezábamos a rodar, era increíble.
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