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Shakespeare en el Polígono Sur

Isabel de Ocampo dedicó su Goya a Los Shespirs, una compañía teatral formada por estudiantes

RAÚL BOCANEGRA

Se abre el telón. Sobre las tablas Los Shespirs, 19 jóvenes enamorados del teatro. Son chavales que cursan estudios en el Instituto Joaquín Romero Murube, enclavado en el Polígono Sur, el barrio al que Sevilla aún da la espalda y que tiene muy altas tasas de absentismo escolar. 'Son buenos actores estén donde estén. Lo que hacen es teatro y muy bueno', zanja Matilde López, Mati, su gran defensora, profesora y directora teatral. Ya han recibido varios premios.

Isabel de Ocampo les dedicó la pasada gala de los Goya la estatuilla que ganó al mejor cortometraje de ficción por Miente. Mati e Isabel se conocieron en 2006 y la galardonada decidió rodar un documental, encandilada por la historia de superación de los jóvenes. 'Sólo por motivarlos a ir a clase, merece la pena. Me marco metas muy cortas', asegura Mati. Los chicos tienen una especie de lema y lo respetan: ¿Por qué se puede faltar al ensayo? Porque estés enfermo. 'No hay otro motivo para no ir', agrega la profesora.

Los Shespirs comenzaron en 2003. En algunos casos, Mati se encontró chicos con problemas para leer y escribir. Empezaron, poco a poco, a representar adaptaciones para jóvenes de Shakespeare, elaboradas por la propia profesora (Mandocohete le ha publicado dos libros, una edición para jóvenes de obras del bardo inglés y ¡Arriba el telón!, un manual donde explica sus técnicas de enseñanza).

¿Por qué Shakespeare y no Lope de Vega? 'Porque me encanta', dice Mati. En un par de años, los chicos ya se atrevían con originales que utilizaban para transmitir su propio mensaje, el que ellos eligen. Este año, están con Romeo y Julieta, Raúl y Julia, los montescos y capuletos son ahora payos y gitanos. 'Vamos a decirles que ya está bien, que somos iguales', afirma Mati. En abril está previsto subirla al escenario.

El año pasado fue Yerma, de Federico García Lorca, que pretendía denunciar la situación de la mujer gitana. Los chicos son menores y la profesora insiste de manera estricta en que permanezcan fuera de la elaboración de este reportaje. La problemática del barrio convierte el proceso educativo en algo más delicado que en otros lugares. Los niños raramente tienen referentes familiares con estudios.

'El teatro les sirve para conocerse a sí mismos y poder expresar sus sentimientos', afirma Mati. Se ha producido un fenómeno, los chicos se atreven con la literatura. 'Decían: Yo no sabía que los libros contaran estas historias; y venían con palabras que no entendían: ¿qué significa raudo?, pues veloz; y ahora lo usan: venga, ¡raudo!'. El trabajo no se hace solo: 'Sin el apoyo de la dirección y de los profesores, no hubiéramos podido. Animo a cualquier centro a que si un profesor quiere innovar lo ayuden', dice Mati.

'Hay veces que la obra no se representa. Lo que me interesa es el proceso', explica Mati. Una vez decidido el mensaje y escogida la obra, los actores comienzan buscando un sentimiento que les permita moldear el personaje. En el caso de Yerma, la protagonista, María, escogió la ira. Luego vino la mirada. La actriz la encontró probando, hasta que la compañía descubrió el sentimiento. Sin perder esa mirada, comenzó la creación: la cara, el cuerpo, la voz.

'Les he dado un sentido didáctico a diferentes técnicas dramáticas. Trabajo con los abrazos y técnicas de risoterapia. Con adultos dirijo de otra manera afirma Mati.Es importantísimo que el niño esté contento'. El documental de De Ocampo pinta bien. Los Shespirs quieren que sea un largometraje y para ello necesitan financiación. Ya hay quien ha abandonado la compañía después de hacerse mayor y lleva el teatro en las venas.

Se cuenta que Al Pacino, después de rodar El Padrino, estuvo un tiempo comportándose como Michael Corleone en la vida cotidiana. 'El personaje les domina. A veces están hablando y hay que decirles: relájate, que no eres la Bernarda'.

 

 

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