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El tataranieto de esclavos que hipnotizó al mundo

Michael Jackson es uno de los grandes de la música negra del siglo XX

PATRICIA GODES

La cultura afroamericana es la síntesis de las tradiciones africanas que los esclavos trajeron en su cautiverio y las enseñanzas que sus propietarios y los misioneros les imbuyeron para controlarles. Para recordar y para olvidar, para comunicarse y para rezar, la música es el medio ideal y la cultura de los esclavos se desarrolló sobre todo alrededor de la música.

Desde las canciones de trabajo y los himnos religiosos hasta que Michael Jackson, tataranieto de esclavos africanos y trabajadores chinos, cantante, compositor y bailarín, se convierte en la gran figura de la música del planeta, existe una larga tradición que, de un modo directo en unos casos e indirecto en otros, se filtra en su música y su figura pública.

Como los grandes bailarines negros, Bill Bojangles Robinson, condecorado por el Rey de Inglaterra, y Josephine Baker, la venus de ébano que sedujo a Europa con su faldita de plátanos, MJ ha conquistado a públicos de todas las razas y orígenes con sus movimientos gráciles y aerodinámicos, que parecen desafiar las leyes de la gravedad. También dentro de MJ existe un entretenedor nato como era Louis Armstrong, con su musicalidad espontánea y natural, y un Cab Calloway, con sus ganas de agradar al público a cualquier precio y su obsesión por la imagen.

Count Basie y Duke Ellington fueron nietos de esclavos que gracias a su talento y a su éxito se permitieron el lujo de hacerse llamar Condes y Duques. MJ les sustituyó en el favor del público como entretenedor negro innovador y exitoso y pudo alcanzar todavía un grado más en esa falsa aristocracia musical: Rey del pop, le llaman. La técnica vocal de Michael es tan perfecta como la de Ella Fitzgerald y su capacidad de expresar sentimientos tan profunda como la de Billie Holiday y, ¿por qué no?, la del saxo de Lester Young.

MJ reconoció en ocasiones lo importante que era para él Paul Robeson, militante comunista y embajador de la raza afroamericana en el mundo y, lo mismo que otro artista comprometido, Harry Belafonte, MJ ha sido un entretenedor sin complejos, abierto al colorido de lo exótico.

MJ aprendió oyendo en la radio a las grandes estrellas negras. James Brown y Jackie Wilson eran sus favoritos, artistas negros de gargantas privilegiadas que cantaban y bailaban con la arrogancia y el orgullo de los luchadores de la libertad racial. Stevie Wonder y Diana Ross, como él artistas de Motown, son influencias directas: Stevie de su complicada técnica vocal y Diana en el glamour, el divismo y la sofisticación.

Y como toque final, la osadía vanguardista, iconoclasta e innovadora de Sly Stone, George Clinton y Jimi Hendrix, en la ropa, en la actitud y en la curiosidad imparable que hicieron de MJ un creador innovador, imparable e inolvidable.

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