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El Atlético opta por proteger a los ultras

Los jugadores y el entrenador niegan el chantaje de los radicales para financiar sus viajes.

HUGO JIMÉNEZ

El Atlético ha cerrado filas para proteger a los ultras. La información publicada el domingo por este periódico (la presión a la que los hinchas más radicales del equipo sometieron a algunos jugadores y el entrenador la víspera del partido ante la Vojdovina) ha sido recibida por el club con evidente nerviosismo. Hay caza de brujas, la investigación desesperada por conocer quién filtró la noticia. Y al tiempo, hay consigna: no puede salir una palabra del club acerca del suceso. O se niega o se desconoce. No hay otra respuesta posible. 

Oscurantismo absoluto

En las entrañas del Calderón la noticia ya no se comenta. Hay instrucciones claras: el mejor desprecio es no hacer aprecio. Igual que Javier Aguirre y su plantilla, los responsables de los diferentes departamentos del club optan por hacerse los sorprendidos cuando se les hace referencia al tema.

A la cabeza de los encubridores de los ultras se ha puesto Javier Aguirre, que cambió repentinamente su discurso tras la aparición de la noticia. Y así, pese a que durante esos días del verano aseguró dentro del club, y en más de una ocasión, no entender 'cómo pueden ocurrir casos como éste en el deporte', el domingo se apuntó a la política de los desmentidos. Hasta tres veces dijo que la noticia era falsa. Y con total rotundidad. Este periódico trató ayer sin éxito de ponerse en contacto con el técnico, quien, pese a aceptar inicialmente, abandonó el campo de entrenamiento por un supuesto error de coordinación.

Según fuentes del club, la versión del entrenador tiene un fondo heroico. No niega por encubrir a los ultras, sino para 'no dejar el marrón en manos de los jugadores'. Un ‘marrón' que, al fin y al cabo, ya lleva comiéndose uno de los capitanes desde hace semanas, cuando los ultras iniciaron su ‘amistosa' negociación.

Los jugadores no se muestran mucho más valientes. Pero tampoco tan rotundos y categóricos en sus desmentidos. Raúl García esquivó como pudo el interrogatorio el domingo. Y ayer le tocó a Maniche pasar por el trago de negar un hecho que él sufrió en primera persona. También de una manera huidiza más que rotunda. Hay consigna, lo dicho.

Ambiente enrarecido

El caso es que el ambiente se ha caldeado en el Atlético. Tanto en el vestuario como en las oficinas se persigue a la fuente, al tiempo que los ejemplares de Público corren de mano en mano. Mientras, el área social del club trata silenciosamente de calmar a los ultras por la aparición de la noticia. La versión institucional, pese a lo que recitan el entrenador y los jugadores, no se ha modificado de un día a otro: 'No negamos la información, pero no nos consta'.

En conversaciones privadas, algunos miembros del club consultados tratan de restar trascendencia a lo ocurrido. No lo ven como un mecanismo de chantaje de los ultras, sino como una forma de colaboración bienintencionada. No se exije la financiación, simplemente se solicita como ayuda. No todos los afectados lo entendieron así. 'Esto ocurre en la mayoría de los clubes', comentan fuentes del club algo perplejas por la dimensión que ha adquirido un suceso que entienden normal.

Denuncia

En lo que coinciden todos los consultados es en la inoportunidad de la aparición de la noticia. No quieren por nada del mundo que el conflicto con los ultras altere la dinámica de buen juego y excelentes resultados que ha tomado el equipo. Cuatro victorias consecutivas, tres de ellas en Liga, han vuelto a disparar el optimismo. Y no quieren que se apague de pronto por la publicación de unos sucesos que adquirieron sus momentos más tensos hace ya un mes. Dan por controlados a los ultras, en suma.

Y además están convencidos de su victoria mediática. Han logrado evitar que otros medios se hagan eco de la noticia. Y dan por hecho que con la consigna de los desmentidos, el lío se apagará solo. Curiosa satisfacción.

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