Este artículo se publicó hace 14 años.
Un cambio impopular acerca una final
Jiménez sustituye a Negredo por Romaric con 0-0 y el Sevilla acaba ganando por 2-0 al Getafe
Hay que ser valiente para tomar decisiones impopulares a pesar de tener la convicción de que es lo mejor para el bien común. Es necesario ser valiente para tomar este tipo de medidas con la consiguiente catarata de reproches que va a generar. Lo hacen los políticos y, en ocasiones también, los entrenadores de fútbol. Manolo Jiménez se echó a la espalda una bronca de muchos decibelios al mandar a la caseta a un delantero internacional a la media hora de una semifinal de Copa en lugar de un centrocampista. Y el Pizjuán, que no le perdona ni una, le recriminó esa decisión tan contraria a sus gustos.
El perjudicado, Negredo, no disimuló el cabreo. 72 horas antes había sido decisivo para derrotar al Valencia. ¿Por qué yo?, pensaría. Miró la tabla del cuarto árbitro con su dorsal sin disimular la molestia. Resultó muy sencillo leer de sus labios la barbaridad que le regaló a su entrenador.
El reproche no va a tener más recorrido después de visto el resultado. Los dos goles de ventaja acercan al Sevilla a una nueva final.
Jiménez se vio obligado a darle un revolcón al encuentro. Lo hizo porque el Sevilla se iba a pique. Porque el Getafe colonizó sin oposición buena parte del césped, porque se intuía que el gol en contra podía caer en cualquier momento. Los madrileños se gustaron en una primera media hora estupenda de juego. Boateng logró ayer una hazaña: triturar a Zokora. El costamarfileño sevillista se hizo invisible ante la buena gestión del azulón. Conquistada esa plaza, el resto de atalayas se hacen mucho más invulnerables. Así, le ganó la espalda Manu a Adriano, Pedro León batió a Navarro en el uno contra uno. Cuando parecía que sólo quedaba sacar la bandera blanca, Palop aguantó la fortificación con una parada imposible en el uno contra uno a Manu. Por si fuera poco, Parejo elaboró un par de maniobras exquisitas.
Fueron 30 minutos muy muy largos para el Sevilla, de muchos gritos de Jiménez exigiendo más atención. Nada resultó, así que se decidió por cargar el mediocampo con Romaric y mandar a la ducha al delantero vallecano.
El cambio dio resultado. El Getafe perdió la pelota por diez minutos. Hasta le sobran nueve al Sevilla para clavar la daga. Es su gran virtud. Ese rato bastó para crear un par de ocasiones claras y para que Luis Fabiano rematara un magnífico centro desde la derecha. Le debe un par de cañas Jiménez al brasileño. Le hizo plácida la marcha al vestuario cuando la mayoría de la grada andaba con ganas de jaleo.
El objetivo de ensuciar el partido fue un éxito total. El Getafe ya tuvo muchos más problemas para hacerse con el balón. Se llevó demasiada carga para tan buena primera mitad. Navas cerró la noche con un gol de carambola, que deja la eliminatoria muy del lado andaluz. La paradoja fue el aplauso a Romaric al ser sustituido.
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