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La conexión inglesa de España

Alonso-Fàbregas: Su química en el medio centro fue clave

PEPE GARCÍA-CARPINTERO

Xabi Alonso se apoderó del día de las oportunidades. Del partido con el que Luis quiso premiar la fidelidad del grupo al bien común en esta Eurocopa y en el que el jugador del Liverpool se reivindicó de forma descarada. Buscó el gol de forma obsesiva. Un balón al poste y varios lanzamientos made in Liverpool, completaron su partido de brega en defensa y exquisitez en cuanto se acercaba por el área.

“En general podemos estar satisfechos por el partido”, resumía, después de ser elegido el mejor jugador del choque. Sin embargo, su presencia en el once parece efímera. Ante Italia, Xabi parece abocado a esperar la rotación de los cambios, un rol que el donostiarra asume sin sobresaltos. “Me gustaría jugar, pero es el míster el que decide...”, espetaba con esa mirada por la que fluye el fútbol sin remisión. “Ahora sí es la hora de la verdad ante Italia. Estamos confiados en nosotros aunque es un rival que históricamente se nos ha dado mal”, concluía.

A su lado, Cesc cerró el debate que le persigue e, incluso, en algún momento altera al gunner. Cada persona apuntaba a una teoría. Unos apuntaban al excesivo rol como secundario los motivos de su ausencia, mientras que otros prefieren la tesis de la nula conexión con Iniesta y Xavi. Lo cierto es que Cesc estaba desaparecido con España hasta que llegó a Salzburgo. El diez le robó el traje a Mozart y se puso a ejercer como si tuviera al lado a Hleb y Flamini, pero transfigurados en Xabi Alonso y De la Red. El de ayer no era un partido fácil, menos para los acostumbrados a vestir la camiseta de titular en los días importantes.

Durante la concentración, entre los pensamientos de Cesc siempre ha prevalecido la siguiente tesis: “En el Arsenal sólo existe una fuente en la distribución de juego, que soy yo, y aquí hay varias. Está Xabi Alonso, Iniesta, Silva... Es diferente. A lo mejor, por eso tengo menos protagonismo”. Pero algo cambió. En la previa del encuentro ante los griegos ya se le veía conectado, alegre, había desterrado los malos humos que le aparecieron espontáneamente al inicio de la concentración. A Cesc se le vio libre, con ingenio, como si la musicalidad de Salzburgo le hubiera dado la piedra filosofal para ser, por fin, con España el líder que es con el Arsenal.

Lo mejor lo dejó para la segunda parte. De sus botas salió dibujado un toque de ingenio en el que Güiza sólo tuvo que bajar y De la Red fusilar. Gol y fin al presuntuoso asedio griego. “Se está viendo poco a poco al mejor Cesc porque está ganado confianza con los minutos que juega”, asegura Luis. Su conexión inglesa es el mejor plan B para España.

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