Este artículo se publicó hace 14 años.
Contragolpe hacia la gloria
Simeone destapa su ideario, "agresividad, velocidad y contraataque", para recuperar la grandeza
Fue un regreso al pasado para recuperar el presente. La nostalgia recorrió el estadio Vicente Calderón en los brazos de un Simeone moderno, con traje negro y corbata negra. Ante preguntas urgentes, fue un hombre directo y simpático. "Me entusiasma la exigencia". Mostró una sonrisa biológica, en la que no habrá lugar para "fantasías sin posibilidades". Vivirá de realidades, como los hombres maduros, y la primera será la de ilusionar a Cerezo, su presidente, al que no se le olvidó reivindicar su lugar en la fotografía. "Tuve la suerte de despedirle como jugador y de recibirle ahora como entrenador". Luego, cedió el micrófono a Caminero, director deportivo, que en ningún caso abusó de su gramática. "La suerte de Diego será la nuestra".
En realidad, hoy no empezó nada: sólo se trata de recuperar lo que se ha perdido. De lo contrario, Simeone pasaría el fin de año a 35 grados en Argentina. Pero ha llegado ese momento en el que el Atlético le necesita. Y, aunque parezca un beso de Judas, él lo acepta como una ley: "Era lo que siempre imaginé", explica. Y apareció como un pincel recién estrenado, con el pelo en línea y una aspiración que nos hace más jóvenes. "Me gusta un equipo agresivo, veloz y al contragolpe, que es lo que nos identificó a todos los atléticos para enamorarnos de esta gloriosa camiseta". Su sonrisa, completamente relajada, llenó la sala de pitufos. "Hay una plantilla importante a la que debo ayudar a encontrarse". Una parte de su lenguaje también se pareció al de celebridades políticas. "Nosotros debemos transmitir desde el césped lo que la gente necesita". Sólo le faltó alzar la voz o hablar con ronquera para estimular el aplauso, pero quizá no era el día. Ante tanta bienvenida, jamás puso en juego su educación. "No todo lo que se ha hecho en estos últimos seis meses ha estado mal".
Con pinta de hombre sabio, Simeone también hablo de sí mismo como un entrenador antes de que pudiese interpretarse que sólo es un legionario con carácter. En ese sentido le vino estupendamente la pregunta del corresponsal de La Gazzetta dello Sport, en la que Simeone recordó su herencia italiana. Jugó y fue campeón en el Inter, "y sí", reconoció, le gustan los equipos "con una organización táctica superior a la media".
En un ejercicio de personalidad, no perdonó a Caminero y le recordó que, en su época de futbolistas, nunca salieron "a cenar juntos". Sin embargo, no confundió el pasado con un problema. "Nos unió un objetivo en común". Y por eso incitó a Reyes, al que dedicó una declaración de amor. "Estoy abierto a tener a los mejores si aceptan el nivel de exigencia".
Resultó un hombre perfecto Simeone y sin más propaganda que "la de pensar en mañana". Sueña con el jueves, primer día de entrenamiento. Se muere "por charlar con los jugadores" y ayudarles "a potenciar sus debilidades". Y entonces podrá coger a Perea para preguntarle qué le pasa. Este martes, se acordó del chaval con el que "compartió habitación en sus primeras convocatorias". Sin querer, también aceptó su vocación al mencionar a "Assunçao y Tiago" como los mediocentros del equipo. Y, sobre todo, personalizó en Tiago, "que debe volver a ser el jugador que fue".
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