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Cristiano sigue su obra

El luso, con tres goles, lidera otra remontada del Madrid que le mantiene en la pelea por la Liga

LADISLAO MOÑINO

 

Cristiano es el Madrid. Y la frase no se reduce sólo a la encarnación de los valores del club. Cristiano es el Madrid porque es el equipo entero. Le da igual que juegue bien o mal. Está por encima del juego. Si le acompañan, bien; si no, resuelve por su cuenta. Con sus tres goles, lideró otra remontada del Madrid que le permite alargar la pelea por el título.

El hat-trick esculpe la clase de futbolista que es y le resume. En el primero, en medio del páramo que era el fútbol del Madrid, persiguió un balón largo y cruzado de Ramos con todas las de ganar para Nunes y Aouate. Falló el central, el portero dudó y Cristiano se jugó la pierna para sacar un globo que reanimaba a su equipo, muy tocado por el gol de Aduriz.

En el segundo tanto volvió a hacer suyo otro balón cruzado de Ramos que a la defensa del Mallorca le volvió a costar descifrar. Allí estaba el pecho de Cristiano para amortiguar el balón y superar a Aouate con un toque suave. En el tercero le salió la estirpe del regateador. Sorteó a tres defensas en menos de un metro y salió disparado al gol desde el lateral del área. Partido finiquitado.

Los de Pellegrini no salieron a dar el golpe de autoridad que se les demanda

Los síntomas iniciales del Madrid delataron a un equipo al que le faltó grandeza para asumir la trascendencia del partido. Ya le sucedió frente a Osasuna. No salió a dar un golpe autoritario. No jugó al aplastamiento, a decir aquí estoy yo que es lo que demandan los partidos cuando los títulos andan por medio. Salió a ver qué pasa. Y lo que pasó es que delante tenía un equipo con orden y buen trato de balón. Y con más altura de miras en su propuesta.

El Mallorca se fue arriba a buscar a un equipo que le triplica en todo lo que se pueda medir en euros. Pretendió atosigar en esa salida de balón que tanto le cuesta. Lo desconectó línea por línea. Lo redujo a Cristiano en el primer tiempo. Y resucitó ese rol salvador de Casillas, que tuvo que realizar tres paradas de mérito a disparos de Borja Valero, Castro y Aduriz. El gol confirmó la debilidad defensiva que se le intuyó al Madrid desde el pitido inicial. Un saque de esquina, un remate en semifallo de Víctor que remachó Aduriz libre de marca en el flequillo de Casillas.

Para entonces también era muy sintomática la influencia de Kaká en el juego del Madrid. Desde que ha regresado, lo ha involucionado. Con él en el campo el Madrid conecta poco. Y casi siempre en vertical. Adquiere ese tono mediocre y sencillo para convertirse en aquello que dijo Pellegrini: 'Un equipo goleador, pero poco gustador'. Un equipo que ha vivido mucho de Cristiano, en otras palabras.

El ‘hat-trick’ esculpe y resume la clase de futbolista que es el portugués

No se para Kaká a pensar como un enganche, que es lo que necesita su equipo. No, sólo mira a la portería contraria. Arranca y tira paredes con la intención de plantarse en la portería contraria en pocos toques. Así jugaba en Italia. Aquí no le vale. Lo que se pretende de él es lo que le cantó Pellegrini a Guti a la oreja cuando éste salió por Kaká. Tener la pelota con pausa. Tocar. Mascar el juego hasta que la jugada aparezca. Jugar al fútbol de tal manera que aparezcan las mejores virtudes de todo el equipo. No sólo de Cristiano, con el que Kaká fuerza una sociedad hasta cuando no es la mejor opción.

Con Guti y el marcador a favor, el Madrid recuperó esa elaboración que Kaká no procesa. Fue Guti el que le puso el balón a Higuaín para que calmara ese perfil de ansioso del gol con una gran vaselina.

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