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Los hijos de Sacchi se ven las caras

El legendario entrenador italiano habla de los dos seleccionadores que fueron sus pupilos en el gran Milan de los ochenta

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Con el paso de los años, Arrigo Sacchi reconoce que aquella máquina perfecta de jugar al fútbol que fue su Milan le supuso “un agotador desgaste mental”. Horas y horas de entrenamiento y de charlas tácticas. Ejercicios repetidos hasta la extenuación para que “los cuatro de atrás fueran uno solo cuando había que tirar el fuera de juego, para que los centrocampistas y los delanteros coordinaran sus movimientos de presión hasta que pudieran hacerlo con los ojos cerrados”.

Trabajo y trabajo. Táctica hasta la extenuación. Fútbol didáctico a mansalva que llegaron a aborrecer algunas de sus estrellas. Una de ellas, Van Basten, no lograba entender por qué sólo con ganar no les valía. Tampoco pudo reprimirse una vez que Sacchi quiso aclararle una cuestión táctica mientras almorzaba. “Comiendo, no”, le dijo con cara de odio. Sin embargo, de aquellas sesiones machaconas de pizarra y vídeo brotó una generación de entrenadores que ocupa la primera fila del fútbol europeo: Rijkaard, Ancelotti, Gullit, Van Basten o Donadoni.

Los dos últimos se enfrentan hoy y no niegan ser hijos de aquel desconocido cuya revolución sigue vigente 20 años después. “Cuando les entrenaba, les decía que ellos ya estaban preparados para hacer de profesores. Aprendieron mucho porque trabajábamos todos los conceptos del fútbol. Nosotros jugábamos de una manera, pero conocíamos todos los estilos para poder contrarrestarlos y saber cómo hacerles daño. Yo mandaba a mis ayudantes a seguir los entrenamientos de los grandes clubes europeos y luego transmitíamos todo al grupo”, recuerda Sacchi desde su residencia de Parma. “Para mí es un orgullo que dos de mis jugadores estén en esta Eurocopa como seleccionadores de sus respectivos países. Indica que adquirieron un nivel de conocimiento grande”, prosigue Sacchi.

Sentado frente al televisor mientras habla por teléfono, Sacchi espera ansioso que empiece el Portugal-Turquía. Todavía sigue devorando el fútbol, destripándolo, y mantiene su discurso estilístico: “Espero que veamos un buen espectáculo. Portugal tiene mucho talento”. Desde esa vertiente de la estética, más que compadecerse de Donadoni, Sacchi es comprensivo con la cultura italiana y las dificultades que entraña salirse de los rígidos parámetros del calcio: “Es muy difícil que Roberto pueda hacer que Italia juegue como aquel Milan. Se necesita mucho tiempo para trabajar y en la selección no se dispone de él. Es como si usted, que es periodista, le hicieran trabajar cada tres meses. No tendría el ritmo necesario, ni la viveza suficiente para reaccionar ante una situación determinada. En un club es más factible perfeccionar una manera de jugar porque se trabaja todos los días”.

Sacchi siempre defendió la necesidad de que la belleza del juego y el resultado fueran de la mano. Introdujo una utopía en el país del fútbol pragmático. Desde su propia experiencia de seleccionador en el Mundial de 1994 y la Eurocopa de 1996 ve imposible que Donadoni pueda realizar algo similar: “En Italia la cultura futbolística sigue siendo defensiva, aunque poco a poco vamos mejorando los aspectos ofensivos del juego. Aquí, primero se trata de asegurar al equipo en defensa y luego veremos qué pasa o qué hacemos. Donadoni no puede cambiar la mentalidad del fútbol italiano desde la selección. Esa reconversión corresponde a los clubes, que son los que sí tienen tiempo para trabajar los conceptos”.

Sacchi ofrece una lectura distinta a la de Donadoni para la tarea de Van Basten al frente de la selección holandesa: “Marco tiene un problema distinto. Holanda siempre fue una selección ofensiva, con el gusto por el fútbol bien jugado y brillante. Su pelea está en el trabajo defensivo para que su idea de fútbol de ataque no favorezca demasiado los contragolpes del rival”. Ahora que le ve en la distancia, no duda en reconocer la personalidad de Van Basten en la selección holandesa. Fue un delantero excepcional, un manual de cómo ejecutar cualquier surte del remate. Un témpano en el área, que volcanizaba los partidos con su fría elegancia para resolver las situaciones de gol: “Era un gran profesional, un perfeccionista que contaba con un talento natural extraordinario. Siempre se comportó de esa manera. Cuando ves a Holanda, ves la filosofía de Marco, que siempre jugaba pensando en el gol”.

Donadoni era un fino jugador de banda derecha, aunque también Sacchi lo utilizaba en la izquierda “para aprovechar su disparo tras salir del regate hacia adentro”. Era un talento latino, explosivo, con una pierna derecha que era un guante. “Italia utiliza muchos las bandas con Di Natale y con Camoranesi. También con los dos laterales. Ahí veo al Donadoni jugador implantando su idea en un campo de juego. Es normal que aplique lo que a él le hizo grande como jugador. Los dos siempre amaron el fútbol y por ello es bueno que sigan ligados a él. Son dos personas que tienen mucho que aportar a sus jugadores y también a los aficionados. En su día fueron reconocidos y ahora tienen que seguir en esa línea. Yo siempre digo que la didáctica es muy importante en un entrenador y ellos tienen que enseñar y saber transmitir los conocimientos que adquirieron como futbolistas de élite”, concluye Sacchi.

El enfrentamiento entre Donadoni y Van Basten focaliza la previa de uno de los partidos de la primera fase que más interés ha suscitado. El legendario Baresi también ha opinado sobre la condición de seleccionador de sus dos antiguos compañeros. Él tampoco olvida el carácter de Van Basten y alguno de sus enfrentamientos con Sacchi por la insistencia táctica de este: “Cuando le veía discutir con Sacchi no pensaba que se acabaría convirtiendo en entrenador. De los dos, es el que más me ha sorprendido que se haya dedicado a entrenar, pero todos tenemos el derecho de cambiar. Como capitán también era con el que más discutía, porque Marco no soportaba perder. Como jugador era más completo que Donadoni. Era capaz de convertir lo difícil en fácil. Tenía una clase natural”.

De Donadoni, Baresi tiene otro concepto distinto al de Van Basten: “Roberto era concreto en el campo y fuera de él. Tenía un gran temperamento, pero no era de los que daba problemas. Confío en Italia con él en el banquillo”. Panucci, que a sus 35 años, estará hoy en el campo, también fue compañero de ambos en el Milan y le manda un recado a Van Basten: “Le admiré como jugador y ahora como entrenador, pero vamos a derrotarle”.

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