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En igualdad de intenciones

En la estadística se dice que para que ésta tenga fiabilidad tiene que haber población. Para no caer en la enfermedad actual de sacar grandes conclusiones de pocos hechos, en este análisis me muevo más por indicios que p

JUANMA LILLO

En la estadística se dice que para que ésta tenga fiabilidad tiene que haber población. Para no caer en la enfermedad actual de sacar grandes conclusiones de pocos hechos, en este análisis me muevo más por indicios que por certezas, y ello conlleva que el margen de error aumente.

Barça y Madrid tienen puntos de partida muy distintos y muy alejados. Sobre todo por el tiempo de Schuster, que no lleva tiempo. Curiosamente, les acerca que el último ganador es el equipo del entrenador nuevo y el hambre se supone que tiene que haber cogido el Puente Aéreo para Barcelona. Pero ante la novedad del técnico, su propuesta, la forma en que se le atribuyó el título, más por demérito del Barça que por mérito del Madrid, y la llegada de nuevos jugadores, parece que el hambre no tiene billete.


Cómo están construidos.


El Barça es un equipo formado, que ha fichado para una idea y en función de un supuesto estudio de carencias, fortalezas y necesidades. En mi opinión, han buscado la resultante desde la multiplicación y no desde la suma de jugadores. Asume el riesgo del roce continuado, pero también del conocimiento previo entre todos.

El Real Madrid en cambio está en formación. Primero se han fichado los jugadores y luego se quiere construir la idea. Se ha construido más por necesidades de puestos que de buscar complementariedades o sinergias tácticas. Ahora les toca descubrir cómo mezclarán, aunque hay poco jugador que ayude a mezclar. Está construido en lo placentero pero incierto de la novedad.

Qué se supone que buscan


El Barça busca ganar desde el mérito sin despreciar los puntos y por contundencia cuando no hay juego. Quiere construir una nueva necesidad, recuperar valores de no hace tanto tiempo, a los que se les atribuyeron victorias pasadas.

Conciliar egos, buscar una convivencia sin sobresaltos de sus estrellas y aunar voluntades en una dirección común. El Real Madrid, lo mismo, pero además intentar no perder esa euforia competitiva que se le ha dado forma de teoría por parte de los aposteriorísticos, hijos del causa-efecto. Esos que sabían que el Huelva ganarían tras ser remontado un 0-2, que deseaban ir perdiendo 1-3 con el Espanyol para darle la vuelta o 0-1 con el Mallorca, etc, etc... Los que, como conocen el final, le ponen adjetivos tan eufóricos como vacíos de ese contenido razonable del que quieren hacer gala.

Qué están haciendo

El Barça, menos fútbol de posición, por lo tanto un ritmo colectivo del balón más bajo, pues ya no juegan con extremos (el año pasado tampoco) y así la búsqueda del hombre libre y las superioridades se hacen más difíciles para los atrasados. 

La gran novedad con respecto al año pasado es que quieren abrir el campo, tanto en zonas iniciales como finales con los laterales, con lo que eso supone. Suman más jugadas individuales que complementación de capacidades, como hacían hace años (ése era el valor residual de la idea de Johan Cruyff).

Pese a ello, se la pasan más y mejor que nadie. Por lo tanto, los hacedores de jugadas (Messi, Ronaldinho) encuentran su momento en cualquier instante del partido. En el Madrid todavía se están buscando. Poca combinación limpia, poca mezcla. Sólo Guti y Sneijder cuando juega por dentro. Pero lo que les diferencia colectivamente a los dos equipos son los centrales. Individualmente, hoy son Iniesta y Messi; mañana Ronaldinho, Henry y Etoo; y pasado Bojan y Giovani. El Barça se ordena jugando y el Madrid pretende hacerlo de momento sin caer en jugar a estar ordenado.

El Barça domina y el Madrid todavía reparte dominio, ocasiones y posesión. Los azulgranas obtienen más con menos esfuerzo y los blancos menos con más. El Madrid está entre lo que fue y lo que se supone que quiere ser. Hay que dar tiempo a estas dos o la imposición de una de las dos caras.

 

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