Este artículo se publicó hace 14 años.
El Madrid agranda la mancha
Cristiano vuelve a ensuciar su reputación
José Miguélez
Cristiano volvió a ensuciar su reputación. Un día le retira la mano al entrenador porque lo cambia, otro pone mala cara ante un gol de un compañero porque no lleva su firma, otro se enzarza con un rival por una decisión arbitral y otro, ayer, suelta un
codazo contra el rostro de Mtiliga para librarse de sus ilegales agarrones y escapar a la carrera. El portugués dejó sangrando a su víctima (tuvo que ser sustituido con la nariz rota tras la agresión) y se fue a la ducha, expulsado por segunda vez desde que viste de blanco. El futbolista mejor pagado del planeta, aspirante en dura pugna con Messi a ser considerado el mejor jugador del mundo, ha convertido en costumbre este tipo de sonrojantes acciones.
A Cristiano no le frena su propia conciencia, que no le arranca un mísero remordimiento personal al día siguiente de sus fechorías. Le da lo mismo las circunstancias. No le importa ni que esté en su gran día, con dos golazos personales después de varios días de sequía y un resultado bondadoso. No ve más allá de su propia vanidad. Y no tiene coartada Cristiano, por mucho que los rivales se hayan dado cuenta de su egoísmo y le provoquen o que pretendan frenarle con todo tipo de intolerables ardides. Su respuesta no tiene defensa.
Pero esos gestos reciben el cobijo y la comprensión del club que le paga. Cristiano volvió a ensuciar ayer la reputación del Madrid, aunque el Madrid parezca no darse cuenta. Por eso, opta por mirar hacia otro lado. Tras la primera roja de su máxima estrella, en otra acción similar (una patada sin balón ni venir a cuento contra el almeriense Ortiz para desprenderse de su pegajoso marcaje), el luso recibió cariño, justificación y palabras bonitas de sus jefes. Ayer igual o peor.
Valdano no le tiró un solo reproche. Dijo que sus intenciones son siempre nobles y que necesita protección. Que sólo trató de soltarse para seguir jugando. Valdano cree que hizo un favor a su jugador, y al Madrid. Pero hizo todo lo contrario. Agrandó la mancha.
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