Este artículo se publicó hace 15 años.
Manos de seda en el Palau
El Barça no tiene compasión con el Caja Laboral (100-72)
Como en el ajedrez, en el baloncesto, un movimiento puede desencadenar un atracón de piezas fuera del tablero. Los dos equipos con mejor promedio anotador decidieron empezar por la defensa. En especial Ivanovic, que dejó en el banquillo a Teletovic para jugar con los kilos y la altura de Barac.
Así que cierre blindado a las líneas de pase y codos afilados en los bloqueos. Resultado: primeros ataques fallidos por tiros forzados o malas seleciones. Rompió el hielo Ndong y el Barça se fue 9-0 con triple de Mickeal. Por entonces, el partido se jugaba por dentro a mamporros.
Fue entonces cuandio Ivanovic movió ficha. Sentó a Barac para despejarle más camino a Splitter con Teletovic amenazando desde fuera. Y cuando los partidos se juegan en el perímetro le suelen pertenecer a Navarro. Salir del bloqueo, recibir, despegar los pies y tirar (cuatro triples). Esa es la mecánica que le legitima como escolta NBA. Una máquina de agujerear y desesperar defensas.
A él se le sumó Morris, que parece que lo hace todo bien. Es uno de eso ala-pivots fibrosos de mano de seda. Entre sus triples y los de Navarro, ocho en el segundo parcial, el Barça ya había sentenciado el partido a su mitad (50-36). El parcial del 14-2 en los cuatro primeros minutos del tercer cuarto lo mató. Y el Barça ya se dejó rodar.
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