Este artículo se publicó hace 13 años.
A Moyá no le asusta el líder
El portero del Getafe, protagonista en la primera derrota del Betis
Moyá, el portero que necesita reivindicarse, anuló al líder. Lo hizo en la segunda parte, cuando el Getafe sintió el miedo de los perdedores. Cansado y errático, acusaba un partido muy largo, así que el Betis se enganchó a la pelota. Pero encontró la magnífica oposición de Moyà, al que no asustó nadie. Ni siquiera todo el misterio que desprende ese décimo de lotería en el que se ha convertido Cata Díaz. No hay forma con él. Sigue igual que el año pasado. De repente, soluciona lo difícil como hace una trastada. Y eso pudo pasar precio ante un Betis que utilizó su status. Atizó con todo, o casi todo, en la segunda parte. Apareció gente ambiciosa como Santa Cruz, Molina y hasta Pereira, que aún no se explica la parada que le hizo Moyà (m. 65). A falta de tres minutos, a Beñat le pasó igual, así que lo del portero no fue la casualidad de una noche.
El Getafe sufrió y aceptó esa tarifa. Pero antes hizo una primera parte de equipo listo e imaginativo con la pelota. En realidad, fue otra historia, que no se pareció a ese grupo insípido de los primeros días. Tuvo su culpa Pedro León, que hizo cosas como las de antes. Y si hubiese compartido más veces el balón, la segunda parte no hubiese gastado esa incertidumbre. Pero esas son las cosas de Pedro León, que hasta ayer era un paciente en el vestuario. El desafío resultó enorme para él, máxime en esta época. Las veces que ganó en el mano a mano a Nacho fue por clase. No por velocidad.
La diferencia también fue Diego Castro, un futbolista que lleva una mina en el pie. Suma antes y después de llegar al área. Tiene la solidaridad de los padres y la velocidad de los hijos. La noche tuvo premio para él, nada menos que el gol victorioso. Fue en una acción que descubrió las misteriosas posibilidades de Valera como pasador, algo que tantas veces se debatió en el Atlético. Valera, en realidad, es un futbolista extraño. Su zancada está bien educada. También tiene hambre de aventura. Pero en la última parte su pie casi siempre se llena de serrín. Ayer, no.
La segunda parte apagó las luces del Getafe, que se cansó, perdió ambición y necesitó de su portero. Salió Beñat en el Betis y aquello fue como si cambiase el escaparate. Gente como Santa Cruz o Pereira se sintieron más a gusto. Pero Moyà fue más importante que sus intenciones y el Getafe se demostró a sí mismo que, sin el balón, también se pueden ganar los partidos.
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