Público
Público

"No me acuerdo ni de dónde me casé"

Eva, la madrileña a la que el TAU apela para considerar español a McDonald por su matrimonio en mayo, es clave en el conflicto ACB. 'Me casé con él por amistad, pero yo tengo la conciencia muy tranquila. No creo que haya h

MIGUEL ALBA / MADRID

Eva no sabe de baloncesto. Su hábitat son las portadas de las revistas masculinas. La noche. Es extrovertida. Le encanta hablar de moda. Su conversación es tan animada como la música funky que satura su iPod. Le encanta que la miren y dejarse ver. En toda esa vida pública, Eva siempre aparece sola. Apenas tiene contacto con Will McDonald, su marido (se casaron la pasada primavera) y nuevo jugador del TAU.

Sólo una llamada por teléfono a la semana. 'Como me enfade y me haga algo que no me gusta como amiga, dejamos de hablar', asegura Eva. De repente, calla. Es consciente de que ella misma ha delatado un matrimonio cuyo objetivo es un pasaporte español para McDonald. En todo momento, Eva habla de amistad. El amor no aparece en su discurso. 'Es cierto que me casé con él por amistad, pero yo tengo la conciencia muy tranquila. No creo que haya hecho nada malo. He ayudado a un amigo', confiesa.

Su matrimonio tiene tan poco pasado como presente. No existe domicilio conyugal (McDonald reside en Vitoria y Eva, en Madrid), ni recuerdos de boda. 'No me acuerdo del lugar donde nos casamos', asegura. Las escasas apariciones públicas, hasta el momento, se han escenificado en locales de ambiente funky, en un par de partidos de baloncesto (uno de ellos fue el de los Harlem en el Telefónica Arena en junio) y varias cenas.

Del futuro, al matrimonio McDonald sólo le importa obtener el ansiado pasaporte español. El TAU anda en la misma lucha. El club vitoriano espera que la FEB (Federación Española de Baloncesto) le reconozca como jugador español o asimilado, en virtud de su matrimonio con Eva. De momento, el TAU no ha obtenido contestación sobre su ficha, a pesar de que ha gestionado toda la documentación necesaria desde hace ya varias semanas con la ACB.

Pendiente de la FEB

Precisamente, este organismo es el encargado de enviar el certificado de matrimonio y el documento nacional de identidad de la contrayente española -en este caso, Eva-, a la Federación Española para que extienda la licencia. Acto seguido, la remite de nuevo a la ACB, que es la que da de alta en la Liga al jugador. Todo sencillo y rápido, conforme a lo que dicta el decreto 178/2003 y un fallo del Tribunal Supremo en 2004, que anuló el requisito de un año de convivencia para poder documentar a los cónyuges extranjeros de matrimonios mixtos.

'En caso de que no nos dejen inscribirle como español, estamos dispuestos a acudir a la justicia ordinaria para luchar por nuestros derechos', confirman desde el equipo vitoriano. El principal argumento que esgrime el TAU es que McDonald es un ciudadano comunitario. Sin embargo, la FEB se ampara en el acuerdo que firmaron con la ABP (Asociación de Baloncestitas Profesionales) y la ACB, el 23 de mayo de 2005, que tenía como objetivo acabar con las bodas exprés. Para evitar la trama de los matrimonios conocidos como de conveniencia, sólo ocuparían plazas de comunitarios los que tuvieran la nacionalidad española. Y McDonald, a día de hoy, sólo es estadounidense.

Errores previos

El TAU no acepta este acuerdo y más cuando existen precedentes de licencias tramitadas a jugadores en la misma situación de McDonald. Un fallo que asumen desde la FEB cuando se aceptaron las nacionalizaciones de Fisher (Madrid, 05-06), Tutt (Granada, 05-06), Barnes (Fuenlabrada, 06-07), Brown (Murcia, 06-07) y N'Dong (Unicaja, 06-07), pero que no están dispuestos a volver a cometer. Prueba de ello es que aunque ayer se le levantara el veto para jugar la Supercopa -eso sí, como comunitario-, ello no implica que vaya a suceder lo mismo cuando arranque la Liga ACB.

En ese acuerdo de cupos, firmado en 2005, se establece que cada equipo sólo puede tener como máximo siete jugadores extranjeros: dos de cualquier país del mundo (el TAU cuenta con tres estadounidenses -el propio McDonald, Mickeal y Singleton-) y cinco europeos, no sólo a los miembros de la Unión Europea. Así, cada plantilla estaría formada por un mínimo de cuatro jugadores seleccionables (cinco, en equipos de doce jugadores).

Eva se pierde entre tanta maraña legal. Prefiere no ahondar más en su historia para evitarle efectos colaterales. 'Sólo espero que se le solucione todo antes de que empiece la Liga', asegura. Su matrimonio es una de las cerca de 40.000 uniones que se han producido en lo que va de año en España en las que al menos uno de los cónyuges era extranjero. Eva no habla de dinero, pero sí de regalos. 'Es falso, como mucha gente me dice, que él me pase una pensión de 2.500 euros al mes; aunque si no puedo pagar el alquiler o cualquier otro gasto, pues lógicamente me ayuda económicamente', admite entre titubeos.

Tras una corta conversación (no es con McDonald con quien habla en inglés), Eva calla. 'No quiero hablar más para que no piensen que voy buscando dinero o protagonismo. No quiero ir de plató en plató de televisión', asegura mientras se despide. A 400 kilómetros, McDonald sigue mejorando su español, a la espera de obtener la nacionalidad española.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?