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Obligado a vivir sin 'nueve'

Raúl se convierte en el máximo responsable del gol en el tramo final

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Antes de la operación relámpago de Van Nistelrooy las soluciones para cubrir sus bajas eran provisionales. Parches de urgencia a la espera de una recuperación rápida. Ya no. El holandés estará un mes y medio de baja y Schuster debe aprender a vivir sin un nueve puro. Está obligado a dar con una solución fiable que le ayude a afrontar el último tercio del campeonato con garantías.

La solución la debe estar buscando desde el miércoles, porque según él 'sabíamos en todo momento que tenía que operarse. Fue una decisión tomada entre todos'. La baja de holandés golpea de lleno en una de los dos virtudes que han sostenido al equipo: la pegada. La otra es Casillas. En este sentido, Schuster confía encontrar solidez atrás con la que el calificó como 'la mejor defensa del mundo' y que sólo pudo alinear en el Camp Nou: Ramos, Cannavaro, Pepe y Heinze. Hoy vuelven a escena los cuatro.

Los recambios naturales de Van Nistelrooy no son del agrado del alemán. Tampoco le han convencido cuando los ha utilizado. Soldado, reclamado por la grada del Bernabéu, apenas ha jugado. Si hoy finalmente está en el banquillo sabrá que Schuster le ha puesto la cruz definitiva por su fracaso en Riazor, aunque ayer ya lo insinuó: 'Tuvo su oportunidad en Coruña'. Saviola, aún con molestias, se ha pasado mucho tiempo lesionado y no está entre los preferidos del entrenador alemán. Otro que, cuando ha jugado, no ha llenado a su entrenador. No entró en la lista de convocados.

Con este panorama, Raúl se perfila como el responsable último del gol. No es un nueve puro, pero cerca del área se le encienden las luces que a otros se le apagan. El problema es quién juega a su lado. Todo parece indicar que será Baptista. El brasileño ha combinado partidos buenos con otros horrorosos. Como segundo punta y llegador se catapultó al Madrid, pero no explota. Y esta vez no se puede quejar de falta de oportunidades.

La recuperación de Robben le da a Schuster una opción más clásica. Un 4-3-3, con dos extremos, Robinho y el holandés, y todo el área para Raúl. Esta solución le daría simetría al dibujo y un mayor protagonismo a las bandas, que han pesado muy poco en la producción ofensiva. El Madrid abusa del juego por el centro y se atasca a nada que le cierren ese camino.

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