Este artículo se publicó hace 13 años.
Odriozola se queda solo
La pasada semana en Daegu el balance ha sido el más pobre de la historia: dos finalistas con un bronce
Odriozola ha vuelto a fracasar. Él mismo se cavó su propia tumba en sus declaraciones previas a los Mundiales: "Para mí son más importantes los finalistas que las medallas, siempre lo he dicho", señalaba el presidente, que a su vez ejerce como seleccionador desde 1989, a su llegada a Daegu. Llegó a hablar de diez finalistas en estos Mundiales "Para mí sería mejor que una medalla", aseguró pero la realidad ha sido mucho más dura para la selección española.
España se ha desplomado. Ha caído demasiado en sólo dos años. En los Mundiales de Berlín'2009 la selección logró siete finalistas con dos medallas (el oro de Marta Domínguez y el bronce de García Bragado). La pasada semana en Daegu el balance ha sido el más pobre de la historia: dos finalistas con un bronce. Los 17 finalistas que se lograron en 2001 parecen pertenecer ya a otro atletismo.
Un bronce y sólo dos finalistas marcan el peor balance de la historia
¿Cuál es el origen de la sequía de medallas y finalistas en Daegu? Por un lado, la explicación se encuentra en la pobreza de resultados de los atletas españoles en categoría junior en la pasada década. La ausencia de jóvenes de alto nivel ha imposibilitado la sustitución de las estrellas que van cumpliendo años y retirándose. La detección de talentos, un complicado laberinto en el que comunidades autónomas y federaciones nacionales no acaban de entenderse, es la asignatura pendiente del atletismo español.
Otra explicación al fracaso español se encuentra en el abandono del área técnica. Al continuar Odriozola como seleccionador (lleva 22 años), no hay motivación ni posibilidad de desarrollar una carrera entre los entrenadores jóvenes. No existe dirección técnica y los escasos resultados provienen de auténticas islas en nuestro atletismo, como las pistas tarraconenses de Campo Claro, donde Natalia Rodríguez (bronce en Daegu) se entrena en solitario o el frío Monte de Valonsadero que presencia en invierno el trote de Manolo Olmedo (cuarto en la final masculina de 1.500) en tierras sorianas. El aumento de entrenadores profesionales es urgente para multiplicar los resultados.
El dopaje es la otra realidad que ha azotado al atletismo español y ha cazado a su presidente en fuera de juego. En este asunto Odriozola nunca ha querido mirar ni levantar alfombras y la operación Galgo le estalló en las manos. Después ha protagonizado un increíble bandazo en el que ha dado la impresión de situarse más próximo a los implicados en dopaje que al centenar largo de atletas de la selección que redactó una carta "contra la impunidad de los tramposos". El efecto Paquillo parece haber devastado incluso la marcha española, muy poderosa en el pasado e inexistente en Daegu.
El presidente quiere presentarse a las elecciones con 73 años
La incapacidad para lograr el pico máximo de forma en los grandes campeonatos es el otro talón de Aquiles de la selección de Odriozola. Una mayoría de los atletas españoles que ha competido en Daegu se ha mostrado lejos, no ya de sus récords personales, sino incluso de sus mejores marcas de esta temporada.
Londres se acerca. Los Juegos Olímpicos arrancan dentro de sólo 11 meses y las balas ni siquiera llenan el cargador. La selección sólo se sustenta en tres pilares. Natalia Rodríguez, Manolo Olmedo y Arturo Casado. Otra vez los 1.500 metros, en la más estricta soledad, intentan salvar los oxidados muebles del atletismo español.
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