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"En el País Vasco nunca ha existido miedo"

Mikel Arruabarrena, de 32 años, el inesperado goleador del Eibar. Un niño en el País Vasco de los ochenta. Un buscavidas de mayor. Un sueño cumplido en tiempo de descuento que hoy se enfrenta al Atlético (18.00 horas, Ipurua).

Arruabarrena celebra un gol con el Eibar.

ALFREDO VARONA

MADRID.- Quizá necesitaba conocer otros mundos. "Toda mi formación fue en euskera". Pero tal vez no tantos como conoció Mikel Arruabarrena (Tolosa, 1983), el buscavidas. Jugó en miles de sitios en los que casi siempre vivió a la sombra: Osasuna, Xerez, Leganés, Legia de Varsovia… Fue difícil, pero no imposible y, en todo caso, nunca dejó de soñar. Quizá por eso, a los 32 años, ha logrado jugar en Primera en un equipo del País Vasco. Por eso hoy ejerce de buscavidas: la biografía de un tipo corriente o de uno de esos futbolistas de hoy en día, cuyo contrato ni se acerca a los 100.000 euros anuales. Su orgullo está en el pasado que hizo de él un gran realista. "Mañana, cuando deje el fútbol, tendré que empezar a mandar curriculum". Y lo hará con la honradez del hombre que sabe de sus limitaciones, el mismo que reconoce en esta conversación que jamás en su vida ha votado en unas elecciones. "No tengo por qué engañar a nadie".

¿En qué se parece el País Vasco de ahora a la tierra en la que creció?

Uff, muy parecido. Quizá ahora sea más tranquilo, pero antes no era lo que se decía. La gente hablaba de nosotros y parecía que estábamos en Vietnam, y no era así. Yo viví tan feliz como usted pudo serlo en Madrid. En el País Vasco nunca ha existido el miedo, esos miedos… No, no, para nada.

¿Y cómo se lo explicamos a todas las familias de policías asesinados, guardias civiles, políticos….?

Eso habría que preguntárselo a ellos. Fueron muertes tan injustas que no sé contestar. Pero usted me ha preguntado por mi niñez en Euskadi y sí, claro que sabía que existía la ETA. En realidad, lo sabía desde que mataron a uno de los músicos que tocaba la charanga en unos Carnavales de Tolosa… Yo era un niño y me impactó ver la muerte tan cerca. Pero luego estaba el día a día, que anulaba esos miedos de los que hablaban los periódicos… Bajabas a las calles y las veías felices. Mi padre tenía una tienda de muebles de cocina y allí nunca pasaba nada.

Hasta el día que pasa.

Pero eso es así. La vida es así, pero una de las cosas que me ha enseñado el fútbol es que no puedes tener miedo, no puedes rendirte ante nadie. Yo me he pasado 32 años persiguiendo un sueño. Al final, lo he conseguido cuando ya parecía imposible. No tenía casi ni edad para jugar en Primera…

Pensaba preguntarle por El buscavidas, esa película en la que Paul Newman interpreta a Eddie Felson. ¿Su vida es un reflejo de esa película?

He sido un buscavidas, efectivamente. Me quedé a una semana de debutar con el Athletic en Primera, a dos de hacerlo con Osasuna… He estado a punto de ascender con Tenerife, con el Xerez… Me fui a Polonia para estar tres años y a los seis meses volví, porque me sentía muy solo. No sé si esa es la vida de un buscavidas, pero podría ser.

¿Ha visto la película, por cierto?

Ahora que hablo con usted me pica la curiosidad, la veré sí…, pero no la he visto. No quiero engañarle.

Eddie Felson decía que a él no había manera de derrotarlo…

Estoy de acuerdo. Es difícil derrotar a un hombre que no se da por vencido. Yo no lo hice nunca. Mi carrera no ha sido la mejor. Sin embargo, ahora, a los 32 años, me siento en el paraíso. Juego en el Eibar cerca de casa y, al fin, juego en Primera. Pero eso tampoco me engaña. Sé que a esto no le queda mucho; sé que no podré vivir toda mi vida con lo que me va a dejar el fútbol y sé que mañana tendré que echar el currículum para trabajar en cualquier empresa…

¿Que currículum tiene usted?

Ese es el problema. Estudié hasta Bachillerato. Saqué Grado Superior de Administración y Finanzas y le digo que, al menos, en el País Vasco, es más fácil colocarse con un Grado Superior que con una licenciatura… Pero no sé. Al final, nunca sabes…. Y lo aceptas, porque ese es el reflejo de mi vida en el fútbol. Nunca sabía donde estaría al año siguiente… Y cuando me fui a Polonia con un contrato estable resulta que regreso a casa en una Navidad y no vuelvo…

¿Aprende uno a perder en tanto tiempo fuera de casa?

A perder no se aprende nunca; a valorar lo que tienes, o lo que has dejado en casa, sí. Te das cuenta de que no hay dinero que pueda comprar eso. Siempre hay momentos malos y esa soledad, en la que te lo comes todo tú sólo, no la quiere nadie. Tuve una relación con una chica que no salió… Después, fui solo a todas partes y no encontré tantos amigos como, a lo mejor, hubiera necesitado.

Todos tenemos una biografía. ¿Cómo titularía la suya?

'Nunca te rindas', lo tengo claro.

Le voy a hablar ahora de eso que esta juventud llama la 'generación perdida'.

Lo sé, lo sé… y me da pena. Quiero que la gente estudie y trabaje en lo que estudia. Pero mire, antes, que hablábamos de los miedos del País Vasco, le diré que en esto somos unos afortunados. Aquí hay empresas muy fuertes que dan mucho trabajo, incluso a subcontratas… Le puedo decir que de los amigos de mi cuadrilla no hay ninguno que este en paro y, por lo menos, eso te da felicidad, la felicidad de la que hablamos.

¿En el fútbol hay conversaciones como éstas?

No menosprecie al fútbol. Yo he encontrado a gente que ha estudiado dos y tres carreras. Pero también hay gente a la que lo único que le preocupa es como va su cuenta corriente. Sin embargo, yo no soy así. No quise ser así. Para mí, no es suficiente que me vaya bien a mí. Otras veces no me fue bien y sé lo que pasa cuando te va mal.

¿Se vio de carnicero en Tolosa, pidiendo trabajo en esa carnicería que ahora le regala dos chuletas cada vez que marca un gol?

Al menos, me vi mandando el currículum, sí. Pero eso para mí no sería un momento malo. Sería una oportunidad de entrar en el mercado laboral. Mire, esta semana tengo muy presente a Wilfred, aquel portero del Rayo que ha muerto tan joven. Hace no mucho vi un documental en el que parecía un drama que trabajase de mensajero, pero, para mí, eso no es un drama. A muchos futbolistas no nos va a quedar más remedio que opositar a trabajos así. Una cosa es que el fútbol te deje tu casa pagada y alguna cosa más, pero otra que te resuelva la vida.

Es usted un gran realista.

He pasado mucho tiempo sólo en estos años. He tenido mucho tiempo para pensar.

Y ahora, que ha vuelto para triunfar en su tierra, ¿pedirá la independencia del País Vasco? Su entrenador ya lo ha hecho.

Sí, sí, Gaizka, siempre ha sido así, no ha dejado de serlo nunca.

¿Y usted?

A mí me gustaría que el País Vasco tuviese su propia selección. Jugué en ella esta Navidad y me encantó. Pero no voy a pelear por lo que no me corresponde. Acepto que estamos bien como estamos y que yo no soy quién. Sé mis limitaciones y le diré más: si hablamos de política tengo la sensación de que voy a meter la pata, no por miedo, sino porque no sé. La tengo tan descuidada que jamás he votado en unas elecciones.

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