Este artículo se publicó hace 16 años.
"Quiero que España regrese a la élite mundial"
ENTREVISTA A RAFA AGUILAR. Seleccionador español de waterpolo
Nada mejor para enfrentarse a Australia (4:50, madrugada del martes) que una contundente victoria frente a Canadá (16-6), en el debut olímpico de la selección española de waterpolo. Rafa Aguilar, el seleccionador, ha confiado en los jugadores que lograron el bronce en el Mundial de Melbourne y aspira a que sus chicos le compliquen la vida a las potencias balcánicas.
Hicieron un gran Mundial (bronce) y decepcionaron en el pasado Europeo (séptimos). ¿Qué aguardan de estos Juegos?
Yo quiero una de las tres primeras plazas de nuestro grupo. Así podremos decir que España vuelve a estar una vez más en la élite mundial, entre los seis primeros en unos Juegos. A partir de ahí, todo puede suceder.
El sistema de competición marca la pauta
Sí. Los primeros de cada grupo tienen mucho ganado: van directos a semifinales y están en medallas. Yo no seré tan pretencioso de decir que ganaremos al campeón olímpico y al del mundo y que quedaremos primeros, pero nuestro objetivo es estar entre las tres primeras plazas del grupo.
¿Qué les falta para ser de nuevo una potencia?
En estos Juegos, de 12 países, 10 aspiran a medalla. Son los Juegos en los que más aspirantes a pódium hay. Cuatro equipos salen directos a por el oro: Serbia, Hungría, Croacia y Montenegro. Después, España, Grecia, Italia, Alemania, Australia y Estados Unidos luchan por entrar a la zona de medallas.
Un combate de aúpa
Desde luego. Y con la gran novedad en la historia del waterpolo de que, ahora, para llegar a la zona de medallas hay que desbancar a equipos favoritos al oro.
Es un fenómeno nuevo: en Atenas no fue así.
No, porque Croacia no estaba a este nivel. Estaban Serbia-Montenegro, Hungría y Rusia, que ni se ha clasificado para estos Juegos, resultado del vuelco que ha dado el concierto internacional.
¿Quién protagoniza ese vuelco?
Croacia, en 2007, cuando irrumpe en el panorama internacional, proclamándose campeona del mundo, después de haber quedado novena en el anterior Europeo. Desde entonces, llegar a las medallas es mucho más duro. Una vez en las medallas, a lo mejor ganar el oro es más fácil.
¿Puede España aspirar al pódium?
Nuestra gran lucha será poder llegar hasta allí. No creo que Australia ni Estados Unidos estén capacitados para repetir cuatro partidos al máximo nivel, pero pueden ganar los dos primeros y meterse en zona.
Navegan en un terreno pantanoso
Somos conscientes de que estamos en una zona bisagra, donde perdemos con los más fuertes por la misma diferencia que ganamos a los que están por detrás de nosotros. Es decir, no ganamos por cinco goles al cuarto, al quinto o al sexto clasificados, ganamos de uno faltando un minuto; pero, con los de arriba, perdemos del mismo modo. Estamos cerca de los de arriba y también tenemos al resto del mundo muy cerca.
¿Qué deben mejorar para ascender un peldaño?
Nos propusimos mejorar el rendimiento de los cuatro jugadores que no son titulares para intentar mantener la ventaja respecto al resto y ver si eso nos permite jugar varios partidos al máximo nivel.
¿Qué tienen los Balcanes para ejercer tal dominio en el waterpolo?
Jugadores y una cuestión cultural: los deportes de equipo en la sociedad balcánica son muy importantes. Pertenecer a un buen equipo tiene mucha presencia social. En Serbia y Croacia, los waterpolistas están al nivel de los baloncestistas.
Pero en baloncesto ha habido un retroceso
El waterpolo, cultura y económicamente, tiene mucha presencia. Estos países apuestan muy claramente por aquellos deportes en los que pueden obtener algo, destinan todos los recursos y el nivel de competencia es muy grande. Allí, cuando ganan, los reciben con una manifestación popular. Nosotros hemos quedado campeones del mundo y, al llegar al aeropuerto, sólo estaban nuestras familias. No somos el fútbol ni el baloncesto. En esos países, sí. Eso conlleva competencia, más jugadores, más nivel. Además, han nacido para este deporte: tienen fuerza, lanzamiento, juego colectivo, pelea y guerra constante. Es un deporte que les pega.
España dominó en los noventa y luego cayó. ¿Por qué?
Tuvimos una generación tocada, jugadores que asombraron, ayudados también por el concierto internacional: la caída del telón de acero fraccionó equipos cuando España atravesaba un momento brillante. Así que pudo ir pegando zarpazos: plata en Barcelona 92, en el Mundial, oro en Atlanta...
¿Lastra no contar con nombres como Estiarte o Rollán?
Tras aquella generación maravillosa, vino la resaca. Pero ellos se labraron un nombre después de muchos años de trabajo. En el 92, Estiarte ya llevaba tres Juegos, Rollán, dos... Este equipo empieza a tener nombres: Iván Pérez, que cogió los últimos coletazos de aquéllos. Guillermo Molina, que ha sido MVP, Felipe, cada vez más conocido porque juega en Italia... Las cosas cuestan. Aquel equipo tardó ocho años en lograr medalla, éstos llevan tres años. Hay que hacer más méritos para conseguir tener el nombre de aquéllos.
¿Los ve en esa proyección?
Estos están empezando y, para lograr una medalla, se necesitan siete años. Se requieren unas vivencias, una experiencia, una destreza. Tener unos Juegos en casa supuso la eclosión del deporte y dar a conocer a muchos deportistas anónimos. Los Juegos son un escenario propicio para ello y estos jugadores no tienen que mirarse en aquéllos. Aquello lo tenemos a nuestro favor.
¿No pesa por comparación?
No podemos hacer nada, pero estos jugadores también tienen en su cabeza el ser grandes. El problema lo teníamos los que estuvimos antes de aquella generación tocada, cuando éramos los duodécimos del mundo y ni nos imaginábamos que podíamos ser campeones del mundo. Los de ahora quizá no son tan buenos, pero obtienen mejores resultados porque se sienten ya ganadores. Han vivido lo de sus compañeros y sienten aquellos triunfos como suyos; tienen descaro. Aquella generación vacunó a nuestro deporte para años.
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