Este artículo se publicó hace 11 años.
Ricky Rubio guía a la apisonadora española frente a Georgia
Los de Orenga logran una victoria intrascendente (59-83) y ya piensan en la segunda fase (Finlandia, Grecia e Italia)
La selección española se despidió de la primera fase del Campeonato de Europa de baloncesto con una victoria intrascendente ante Georgia por 59-83, que se empecinó en defender en zona durante los cuarenta minutos
Igor Kokoskov, entrenador de los georgianos, tuvo claro desde el primer momento la manera de jugar a la selección española, con una defensa en zona para guarecerse atrás y para obligar a los españoles a lanzar desde media o larga distancia, en principio, y en teoría, uno de sus puntos débiles.
La táctica funcionó durante quince minutos. El empate a quince del primer cuarto dejó sensaciones contrapuestas como corresponde a un partido en el que nada hay en juego y en el que es preciso nadar y guardar la ropa, al menos por parte de los nacionales.
La defensa, sin ser excepcional, rebajó las prestaciones de los tiradores georgianos, aunque también es cierto que la puntería de los jugadores de Juan Antonio Orenga tampoco fue para tirar cohetes.
El punto de inflexión llegó mediado el segundo periodo, cuando la defensa española puso un piñón más, lo que permitió recuperaciones y salir al contragolpe. De un 25-26 se pasó a un 29-41 al descanso, es decir 4-15 en la segunda mitad del cuarto.
La mejor manera de atacar una zona es no dejar que se monte y los contraataques culminados por el centro, por Claver o Marc Gasol, cumplieron esa función al tiempo que dejaron con las vergüenzas al aire al dispositivo defensivo del rival.
Tras el paso por vestuarios, Georgia se empecinó en la estrategia de seguir en zona, mientras que España tiró de manual y optó por el punto dos de cualquier libro de baloncesto: pases rápidos para descolocar la defensa y obtener un tiro fácil. El parcial de 3-16 en los primeros seis minutos de la continuación, para un 32-56 conjunto, es fiel reflejo de lo sucedido.
Orenga decidió que ya estaba bien de lecciones y prefirió seguir moviendo el banco pensando en los siguientes partidos a afrontar. Al término de tercer período, 39-62. Si el partido en sí comenzó sin trascendencia alguna fuese cual fuese el marcador, los últimos diez minutos fueron un brindis al sol de acondicionamiento para los menos habituales. El entrenador georgiano también lo entendió así.
Las defensas se relajaron y el partido fue, en sus últimos momentos, un festival de tiro y carreras por ambas partes, con mayor o menor acierto, hasta el 59-83 final.
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