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'El Rifle', en el último suspiro

El delantero del Espanyol deja los tres puntos en casa en el minuto 90 ante el Getafe

NOELIA ROMÁN

El Espanyol celebra hoy una victoria gracias a un tipo que tiene 35 años, juega 15 minutos por partido y se mueve en un territorio tan acotado que su cuentakilómetros apenas se altera. Necesita de bien poco Pandiani para hacer lo que siempre ha hecho, fusilar la meta rival con tanto acierto como anuncia su apodo, el Rifle. Goles como el que marcó ayer el uruguayo, en los minutos de prolongación ante el Getafe, lo certifican. Cuando el Espanyol se había resignado ya a cosechar un solo punto como premio a su excelente segunda parte, Pandiani le dio los tres con un tanto que le define: plantado en el área pequeña, atrapó un rechace de Moyá a un chut de Sergio García y, solo e impasible, colocó el balón en la escuadra izquierda, justo donde quería.

Tras un primer acto dominado de soprendente pasividad blanquiazul, el Espanyol rentabilizó así su fabulosa reconversión de la segunda parte, un derroche ofensivo al que el Getafe, que había firmado los primeros 45 minutos con tres contras, apenas pudo replicar con un contraataque con pinta letal, pero frustrado por el propio Valera. Necesitaron los blanquiazules de una acción de Álvaro justo antes del descanso y del más que probable repaso de Pochettino en el intermedio para despabilarse y retomar el partido en tromba.

Durante algo más de diez minutos, Moyà no tuvo tregua. Thievy le avisó en la primera acción blanquiazul con un chut que salvó la pierna izquierda del meta del Getafe casi de milagro. El pase de Álvaro Vázquez, al espacio, había sido excelente. Pero eso no le evitó que Pochettino no tardara en sustituirlo por Weiss para reorganizar el ataque blanquiazul, que, con Javi Márquez y el revitalizado Sergio García, no había dejado en paz a Moyà.

El Getafe, incapaz de trenzar una acción ofensiva, se defendió como pudo. Incluso sobre la línea de gol. El exblanquiazul Lopo salvó allí un chut de Weiss cuando la grada aún no se había recuperado de la fantástica acción de Verdú, lo mejor del partido. El catalán se quedó a una mano, la de Moyà, de batir al portero del Getafe desde medio campo. Verdú había controlado allí el balón de primera, sin dejarlo tocar el césped, y lo elevó con tanta precisión y clase que Moyà tuvo que recular como un cohete para evitar el que habría sido el gol de la jornada.

No entró ese, como no lo hizo ninguno de los otros remates del Espanyol, el más claro el último de Thievy, desbaratado entre el Cata Díaz y Moyà. Hasta que llegó Pandiani. Pochettino quemó su última bala con el Rifle y la jugada le salió redonda. Disparó en la prolongación para alzar al Espanyol y hundir un pelo más al Getafe.

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