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Un Rooney de dos caras

El gol se le niega desde hace 79 días. Alterna los buenos modos que exige Capello con sus bromas de 'teenager'

 

L. MOÑINO

Su mundo es el gol. En esa órbita se mueven los días de Rooney. Muchas veces díscolos en Manchester. Absolutamente monacales vestido de pross. 'Es aburrido tener que echarse en la cama a las dos de la tarde, pero es lo que quiere el señor Capello', obedece el del United. La represión del italiano le ha sacado de la foto de los cracks del Mundial. 'Aquí todos los días son iguales', explica Rooney, 'desayuno, entrenamiento, comida, descanso, cena y a dormir'. Muchas horas de buenos modales y de correctas palabras en las ruedas de prensa, insuficientes, sin embargo, para contener al yo interior de Rooney, el del eterno teenager. El chico que siempre oferta una foto de portada para los tabloides.

El martes, por un enorme rosario blanco que se escapó del interior de su camiseta. 'Lo uso desde hace años. Creo en Jesús y rezo habitualmente', se justificaba el delantero. Un día después, la imagen ganó intensidad en uno de esos pocos ratos sin la protección de Capello. Los flashes se emplearon en el Fcuk U (jódete) o Floyd (el apelativo de Rooney en su barrio por imitar a Jimmy Floyd Hasselbaink), los dos lemas que había escrito con rotulador en los zapatos con los que jugó al golf en un campo cercano al internado' de Capello.

Inglaterra entendió la broma como el regreso del jocoso Rooney. En definitiva, la llegada del gol. 'Lo presiento', advertía ayer Rooney, hastiado de tanta espera. Nueve meses sin marcar con la camiseta pross (ante Croacia, en septiembre, en la fase de clasificación); desde el 30 de marzo con el United (ida, de los cuartos de la Champions) Aún así, 34 tantos en una temporada con lesiones de por medio. 'El gol no me obsesiona porque sé que puedo marcar en los dos próximos partidos', incide un Rooney al que Capello, si mantiene su plan de los últimos entrenamientos, le obligará a buscar la asociación con Defoe ante Argelia. Un equipo obcecado con Rooney.

En especial, Bougherra, su marcador, que exhibe un buen recuerdo de su época en el Charlton -se enfrentó al United hace tres temporadas- para neutralizar el olfato del inglés. 'Aquel día no marcó. Sé como frenarle'. Un cebo que Rooney rehuyó echando mano de flema. Siendo buen chico. 'No siento una presión especial porque sé que el señor Capello confía en mí y yo confío en mí para clasificar a Inglaterra', explicó antes de volver a su mundo con una sonrisa traviesa.

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