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Suplicio de Fernandes

El Mallorca se aprovecha de la improvisada zaga del Valencia

ALBERTO CABELLO

El Mallorca no es un equipo de secretos ni de esquemas enrevesados. Ha hecho de lo simple su mejor virtud. Con sólo manejar tres o cuatro conceptos básicos es capaz de aproximarse a las últimas estaciones de la Liga con billete de primera clase.

Masacrada por lesiones, la línea defensiva del Valencia padeció ayer ante ese puñado de automatismos que tan bien maneja el conjunto de Manzano. Todos ellos edificados a partir de la sensatez de la pareja Martí-Borja Valero. Emery tuvo que disfrazar de defensas a futbolistas cuyo hábitat reside a bastantes metros de la zaga. En esta improvisación sólo quedó en pie el último bastión. César le dio vida a un partido con muy malas señales para el Valencia desde elmismo arranque.

Su candidez defensiva se compensó con la cantidad de talento compensado de centro del campo hacia arriba. Mucho había en el césped. Pero más aún en el banquillo, puesto que Villa y Silva recibieron ayer jornada de descanso. Así, el partido se convirtió en una entretenida copla de ida y vuelta con apariciones constantes en una y otra portería.

Ever Banega
se encaró con
su entrenador
al ser sustituido

El Mallorca descubrió pronto que iba a ser un día excelente para sus delanteros ante ese peculiar cuarteto defensivo. A los 20 minutos ya tenía dos goles de ventaja. La bacanal fue a más tras la lesión de Maduro. Fernandes pasó entonces a central junto a Navarro y ahí empezó su calvario ante Webó y Adúriz. Sin los mecanismos propios de un cierre, los puntas locales se dieron un festín en sus apariciones en el área de César.

Sus paradas le regalaron al partido muchos kilos de incertidumbre. Resolvió un gran mano a mano para que en la continuación de la jugada, Jordi Alba redujera distancias. Sin embargo, la pesadilla de Fernandes tuvo el final esperado tal como le iba la noche. Llevó hasta su portería un centro de Castro para cerrar cualquier discusión sobre el resultado final. Cerró su noche fatídica con la expulsión por una agresión a Adúriz. A pesar de tantos inconvenientes, Pablo todavía le dio emoción al partido.

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